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By Once Julio Relatos prohibidos
La primera vez que me follé a mi madre

La primera vez que me follé a mi madre

3/22/2025 · 15:58
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Relatos prohibidos Episode of Relatos prohibidos

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La primera vez que me follé a mi madre.

Eros no tiene suerte con las chicas, pero hay una que estará siempre disponible para él.

1996.

Dicen que cuando eres joven los problemas parecen más grandes de lo que en realidad son, pero los míos, que siempre eran los mismos, nunca dejaron de parecerme enormes.

Todo comenzó en 1996, cuando sólo era un chaval que buscaba lo mismo que todos los demás, encajar en una sociedad que tiene recursos para triturarte.

Todo el que me conociese en esa época se daría cuenta al instante de que no tenía dónde gentes.

Era tímido, callado y un estudiante de primera, el ojito derecho de cualquier profesor, lo que me convertía en el blanco perfecto de los abusones.

No tener amigos me daba igual, me había acostumbrado, pero lo de las chicas lo llevaba bastante peor.

Desde que empezaron a interesarme, me di cuenta de que iba a ser una misión prácticamente imposible.

Estaba convencido de que tenía mucho que ofrecer en el amor, o en una relación pasajera, que en aquella época me valía, pero sabía que ninguna muchacha se acercaría a mí para no convertirse también en objeto de mofa.

Siendo consciente de eso, me acostumbré a no hacerme ilusiones, me repetía a mí mismo que quizás más adelante tuviese más suerte, en otro entorno en el que no me odiaran por sacar buenas notas y no ser un gamberro como la mayoría.

Pero entonces conocí a Laura, una nueva compañera de clase, y todo ese convencimiento que tanto me había costado alcanzar se vino abajo.

El destino quiso que, entre todas las personas que tenía para elegir, Laura me escogiera a mí para iniciar su integración.

Yo la recibí con los brazos abiertos, faltaría más, y en menos de una semana ya estaba locamente enamorado de ella.

Tuve que disimularlo, para que no se cebaran más conmigo, pero sobre todo para no perjudicarla.

Estaba nerviosa, pero me habéis recibido muy bien.

Yo que tú no me fiaría mucho, por si acaso.

¿Por qué lo dices? Aquí la mayoría son unos cabrones.

Pues no me ha dado esa sensación.

A mí llevan años haciéndome la vida imposible.

Sin ningún motivo.

Por sacar buenas notas, no hay otra explicación.

Solo por eso.

Bueno, y puede que también un poco por mi nombre.

Pero si eros mola mucho.

No parece que esos cafres opinan lo mismo.

Tranquilo, que yo no voy a dejar de ser tu amiga.

Aunque no buscara en ella precisamente una amistad, al menos a medio o largo plazo, fue un bonito gesto por su parte.

Lo mejor de todo era que parecía dispuesta a cumplirlo, incluso cuando ya se empezaban a hacer todo tipo de especulaciones y a ella le preguntaban qué hacía pasando tanto tiempo con alguien como yo.

Laura demostró estar sobrada de carácter al no dejarse influir por los comentarios malintencionados.

Como en los estudios no le iba tan bien como a mí, le propuse ayudarle, así podía mostrarle mi gratitud y también pasar más tiempo con ella, para ver si así acababa sintiendo lo mismo que yo.

Era la primera vez que llevaba una chica a casa.

Hubiese preferido presentarla como mi novia, pero ya era un primer paso.

Nos encerrábamos en mi habitación y yo le ayudaba con las asignaturas que peor se le daban, o al menos esa era la intención, porque pasábamos la mayor parte del tiempo hablando.

Eso podía perjudicarme en mis propios estudios, pero me daba igual.

No necesito sacar un 10 como tú, con aprobarme vale.

Lo entiendo, pero hay que aspirar siempre a lo máximo.

Relájate un rato y cuéntame algo.

¿Qué quieres saber? Tu madre, ¿por qué es tan joven? ¿Por qué se quedó embarazada antes de cumplir los 20? A propósito.

Ella dice que sí.

Estaba ya casada.

No, mis padres no se han casado.

Qué modernos.

Eso era lo que siempre había caracterizado a mis padres, ser demasiado modernos para la época.

Aunque, en realidad, la revolucionaria era mi madre.

Ella fue la que decidió que no quería casarse, de la misma manera que no consintió dejar de trabajar pese a que mi padre era un empresario con un sueldo más que decente.

En lo que sí fue más tradicional fue en lo de ser madre cuanto antes.

Siempre tuvo claro que quería tener un único hijo y que debía ser pronto para criarlo en plenitud física.

Como consecuencia, tuve una educación mucho menos conservadora que otros muchachos de mi generación, ya que era ella la que tomaba casi todas las decisiones.

Para mí, eso fue muy positivo, aunque hubo otros aspectos que no me lo parecieron tanto.

Mi madre no solo seguía siendo joven cuando yo ya era un chaval que se enteraba de todo, sino que continuaba teniendo un físico privilegiado.

Eso provocaba que los hombres la miraran con descaro cuando iba por la calle con ella, algo que un hijo no quiere ver.

Por lo general, estaba satisfecho con todo lo que comportaba el tener una madre moderna, menos con una cosa en particular.

Quizás se debía a que consideraba que ella todavía estaba en la onda, como solía decir, pero a veces me desesperaba cuando me hablaba como si fuese mi amiga.

Lo utilizaba como método para sacarme información.

Laurita es una joven monísima.

Nadie la llama así, mamá.

Pues yo sí.

Pero si no la conoces.

Me la presentaste tú el primer día que vino a casa.

Eso no es conocerla.

Ya le he cogido cariño, por lo que pueda pasar.

¿A qué te refieres? ¿Puede que algún día sea mi nuera? No.

Mamá.

Me vas a decir que no te gustaría.

Te voy a decir que no te metas en eso.

Siempre me lo cuentas todo.

¿Por qué me interrogas, no por voluntad propia? Solo confírmame que te gusta.

Claro que me gusta, la has visto.

Es preciosa.

¿Y a qué esperas para decírselo? No pienso estropear la buena relación que tenemos.

Puede que la mejor es, ya me entiendes.

De momento, todo va a seguir así.

Si me declaraba, cabía la remota posibilidad de que me dijera que ella sentía lo mismo e iniciáramos una relación de cuento de hadas, pero tenía que ser realista, lo más probable era que me rechazase y perdiera a mi única amiga.

Aunque no descartaba hacerlo en un futuro, tenía que estar completamente seguro de que no era lanzarme a una piscina vacía.

Con el paso del tiempo cada vez eran más los que se metían con ella por juntarse conmigo, pero Laura no se dejaba influir y se relacionaba con casi todo el mundo.

Aunque me gustaba no le hicieran la vida imposible como a mí, a menudo sentía celos cuando la veía con otras personas, porque, en el fondo, la quería sólo para mí.

Afortunadamente, supe gestionar esa especie de celos y nuestra amistad no se ha desvanecido.

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