iVoox
iVoox Podcast & radio
Download app for free
By Historias Pulp Historias Pulp
PRISIONEROS - 4

PRISIONEROS - 4

6/4/2025 · 37:20
0
151
0
151
Historias Pulp Episode of Historias Pulp

Description of PRISIONEROS - 4

Un relato de terror de María Larralde

Loftus Hall es una mansión con una gran historia que contar. Ubicada en Irlanda, en el Condado de Wexford, se yergue como un faro en la península de Hook. En ella han habitado personalidades excéntricas, hurañas y perturbadas por sombras que surgen de las entrañas del legendario caserón. Pero ahora, una familia adinerada, los Quigley, han comprado esta magnífica residencia sin saber que los secretos que esconde los convertirá en sus prisioneros. Una historia basada en las leyendas originales, pero completamente innovadora adquiriendo matices de terror y Ciencia Ficción.

¡Un escalofriante descenso al terror! Ahora en audiolibro para todos vosotros...

La lectura se realizará por partes numeradas, ya que la novela no tiene capítulos, para evitar vídeos excesivamente largos y estarán accesibles en una Lista con el nombre de PRISIONEROS en YouTube y en Ivoox.

Y ahora...¡que comience la función!
ENLACE PARA COMPRAR LA NOVELA EN AMAZON:
https://www.amazon.com/-/es/PRISIONER...

Read the PRISIONEROS - 4 podcast

This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.

El dolor fue incrementándose hasta que sentí perder la conciencia.

Sólo pude encomendarme a Dios.

No sé cuánto tiempo había pasado desde mi pérdida de conciencia.

Me recompuse poco a poco.

Temblaba continuamente, pero no distinguía si era por frío o por calor.

No podía saber siquiera si estaba viva o muerta.

Pero grité.

Grité alto, fuerte, claro.

—¡No! ¡No os dejaremos entrar en nuestro mundo! ¡No! Seguía en aquel mundo vacío, como un escenario sin ángulos.

Miré hacia abajo.

Mis pies no tocaban el suelo y estaba totalmente desnuda.

Podía moverme, aunque me dolía cada uno de mis músculos como si me hubieran machacado el cuerpo.

Elevé mis manos hacia mi rostro.

En las yemas de mis dedos podía ver unos orificios pequeños, circulares, entre la yema y la uña.

Aquellos agujeros eran profundos, pero no sangraban.

Estaban perfectamente cicatrizados o, al menos, la piel estaba intacta, como si mi carne se hubiera horadado como una gelatina.

De nuevo un rumor disonante, desafinado, muy molesto invadió aquel vacío.

Mi voz se elevó por encima de todo aquel alboroto.

Repentinamente me desmoroné y caí al suelo, estruendosamente, como si una fuerza colosal me hubiera lanzado con total desprecio.

Aquella sensación de estar siendo observada por algo intangible desapareció.

Estaba en el cuarto.

La figura me miraba impasible, elevada sobre el suelo unos cuantos centímetros, como si levitara.

Todas las especulaciones que hacía respecto de la naturaleza, el origen o las intenciones de aquellas entidades acababan en un callejón sin salida.

Lo que tenía claro es que era una amalgama de energía que, oculta en algún epicentro de la casa, era capaz de moldear figuras humanoides.

No sabía qué era lo que me habían hecho, pero esperaba que terminara todo.

Pensé, si querían algo de mí, si querían algo de mi cuerpo, si querían algo de mí ya lo tienen.

Sabía que me habían quitado algo, pero qué era, me daba igual.

Sólo quería volver con mi familia.

Lo que necesitaba para mantenerme viva era mi voluntad, ya que, de momento, no podía deshacerme de su influencia mental.

No sabía cómo traspasar la barrera que interponían entre el mundo real y ese otro lugar en el que nos mantenían prisioneros.

¿Qué podían ser aquellos insidiosos espíritus o entidades? De rodillas ante aquella figura malévola, respiré profundamente y me di cuenta de que todo había empeorado desde que comenzamos a mantener interlocución con ellos.

Eran hostiles, malignos, fueran lo que fueran, y parecían crecerse cada vez más y más conforme.

Los tomábamos en cuenta como seres reales.

Me acordé de IT, de Stephen King.

¿Y si dejamos de temerlos? Seguramente si el miedo dejaba de amordazarnos, sólo quizás aquellos espíritus dejarían de tener poder sobre nosotros.

Me reí de mí misma por pensar tal ordinariedad.

Sin embargo, si no intentaba esa vía, esa alternativa, nunca lo sabría.

Me di media vuelta ignorando su presencia.

No miré atrás.

Ninguna barrera se interpuso.

No hubo energía que me retuviera dentro de aquella celda.

Bajé las escaleras corriendo.

Mi respiración agitada era causada más por la excitación de haber creído encontrar una respuesta que por estar a la carrera.

Pero la alegría duró poco, el espejismo de haber encontrado un pequeño resquicio ante el poderío de aquellos seres se vino abajo en cuanto vi cómo mi marido y los niños dentro del coche gritaban asustadísimos mientras ella cubría con su manto rojo el vehículo

Comments of PRISIONEROS - 4

This program does not accept anonymous comments. Sign up to comment!
We recommend you
Go to Art and literature