

Description of Programa 193 - EN BUSCA DEL REINO DE SABA
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El reino de Saba, junto a su mítica reina, es uno de los grandes enigmas de la Historia. Sin embargo, a poco que hilemos fino y atemos cabos, su rastro no solo nos lleva a Etiopía, sino también al sur de la Península Arábiga. Allí, en el desierto de Yemen, nos encontramos con muchas pistas en forma de enclaves y leyendas que aún recuerdan a la reina de Saba. Eso y que existió todo un territorio que recibía este nombre. Asimismo este era rico en incienso, producto de extraordinaria riqueza que posiblemente estaba dentro de los regalos que hizo al rey Salomón. Un reino de Saba que, por otro lado, sería el antecesor de otro reino que prosperó en el sur de Arabia: el reino de Himyar. De todas estas claves charlamos con el historiador David Selva. Escucha ENCLAVES DE LEYENDA, con Álvaro Anula.
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Enclaves de leyenda con Álvaro Anula. Desde este enclave, según cuenta el
Antiguo Testamento, un gran séquito, colmado de todas las riquezas que nos
podamos imaginar, llegó a Jerusalén para ser entregado al mismísimo rey Salomón.
Especias aromáticas, camellos, piedras preciosas, oro en abundancia, todo ello
como regalo para Salomón. Y después, los acertijos de aquella bella mujer, reina
de aquellas tierras de donde venían tantos regalos, para comprobar por sí
misma si aquel hombre con el que se iba a casar era realmente el más sabio del
mundo. La Biblia, como saben, esconde muchos misterios, muchos enigmas, sobre
todo históricos, aún por desvelar. Y uno de ellos es, sin duda, todo lo que atañe
al reino de Shaba y a su legendaria soberana. Los yemeníes llamaban a esta
fascinante mujer Vilquis, los etíopes hablaban de Maqueda, pero todos
coincidirían en que era la reina de los sabeos, unos sabeos que en su momento de
mayor apogeo se extenderían para situarnos un poco en el sur de la
península arábiga y también al otro lado del Mar Rojo, antes de llegar a lo
que es el cuerno de África. Así que tanto etíopes como yemeníes serían
efectivamente deudores herederos de un hipotético reino de Shaba. Todo ello para
que nos ubiquemos en torno al primer milenio antes de nuestra era, ¿vale? Pero
¿Quiénes eran estos sabeos? ¿Quiénes conformaban este reino que según fuentes
bíblicas tendría tantas riquezas? ¿Realmente existió el mítico reino de Shaba?
Como notan, son muchas las cuestiones que se van agolpando. Cuestiones
interrogantes que se van haciendo grandes y van engordando a medida que
decidimos ahondar en todo este entuerto, porque seguro que han escuchado el mito,
¿no? La reina de Shaba y el rey Salomón tienen un hijo, Menelik, que sería el
primer emperador de Etiopía, si por lo menos lo cuenta el Kebran Hagash. El Kebran
Hagash, el libro que nos habla de los reyes etíopes, ¿no? De hecho, en él se nos
cuenta de forma épica cómo Menelik sustrae ese arca de la alianza y se lo
lleva hasta Etiopía, donde presuntamente hoy estaría. Pero es que quizá detrás de
esta historia, la de Menelik como primer emperador de Etiopía, se esconda
detrás de ella una realidad histórica apabullante, una realidad histórica que
nos habla de una migración o una colonización desde el otro lado del
Mar Rojo hacia las estribaciones del Cuerno de África. Y ahí es donde
volverían a salir a la palestra estos misteriosos sabeos cuya reina
legendaria sigue dando mucho de qué hablar. Y lo curioso es que en un salmo,
concretamente en el 72 2.10, se habla de que tanto los reyes de Shaba como de
Sheba suelen ofrecer regalos. Pero claro, esto es una forma de diferenciar a los
sabeos de la península arábiga y de África, pero hablando de que son lo mismo.
Aunque sigamos avanzando, porque sobre el
mítico reino de Shaba y su reina podría haber enclaves, esos lugares que tanto nos
gusta dar a conocer aquí. Por ejemplo, en el corazón de Yemen encontramos las
ruinas de un templo en mitad del desierto, para más señas, y que estaba dedicado al
dios Almacá, una divinidad que era la representación del propio Sol. Y aquí
quizá no nos suene para nada este templo, pero ya les digo que en el sur de
Arabia es muy importante, básicamente porque en su interior se han hallado las
escrituras o epigrafías más antiguas, atención, de toda esta zona de la
península arábiga. Todo, como digo, moviéndonos en ese primer milenio antes
de nuestra era. Estamos hablando, me refiero, al templo de Aguam. Templo de Aguam que
realmente era todo un complejo sagrado, con murallas y todo. Y quién sabe si en
él sólo podían hacer y deshacer aquellos sacerdotes que habitaban en su
interior. Y los devotos del dios Sol de aquellas tierras, quizá, sólo podían
acceder al enclave en fechas señaladas. Fechas en las que harían una
peregrinación de lo más dura, por medio de ese desierto de Yemen, durante varios
días. Pero lo que aquí nos atañe es que este templo de Aguam, el otro nombre que
recibiría este santuario en pleno desierto yemení, es el santuario de Bilquis.
Bilquis, recuerden, que es ese nombre que en Yemen dan a la reina de Shaba, como ya
hemos comentado. Así que no sabemos si guarda relación histórica o no con esta
soberana legendaria esposa del rey Salomón, o si es un vago recuerdo que se
pierde entre las brumas de la Arabia preislámica. Pero lo llamaré así.