

Description of La promesa 523 #audesc
Cuarta temporada de la espectacular serie de RTVE
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Radiotelevisión Española presenta anteriormente
He estado pensando en vosotros.
En que tenía que hablar contigo.
Como te he dicho es demasiado tarde.
Solo te pido que me escuches unos minutos.
Y hagas que me repita.
Rodrigo miraba con enfado a su mujer.
Iba hacia la puerta y la abría.
Ella quedaba afectada.
Lo de casar a curro con una joven que tenga buena dote puede ser la salida a nuestra situación.
Claro que es, ya te lo dije.
Un matrimonio conveniente a cambio de un conveniente porcentaje de la promesa.
Soldamos deudas y de paso nos quitamos del medio al inverbe.
Dolores era mi madre.
Pero entonces tú no viniste a la promesa por casualidad.
Yo vine aquí para descubrir que había pasado con mi madre.
Y lo has conseguido.
Mi vida sigue junto a la parroquia y alejada del pecado.
¿Y eso soy yo para ti? ¿Un pecado?
Tú eres de las personas más buenas que he conocido en mi vida.
Y el pecado sería romper los votos que un día prometí cumplir ante Dios.
No puedo decir ni hacer nada para que te quede, ¿no?
Me temo que no.
Menos tierras implica menos ingresos.
Yo estoy de acuerdo con Catalina.
Venderemos el 50% de los terrenos.
Eso nos dará liquidez para al menos los próximos dos años.
Tiempo suficiente para reorganizar las cuentas y salir adelante.
Y no hay más que hablar.
No, no, sí que hay más que hablar.
Se acabó la habitación secreta, acéptalo.
¿Está bien?
Está bien.
Y que Marcelo y López se olviden también.
Bueno, eso ya, esas son todo ellos.
Pues ya se lo recordaré yo.
Ni te voy a perdonar, ni me voy a marchar de la promesa.
Y mucho menos ahora que estoy empezando a pasármelo en grande,
viendo como todo lo que te rodea se hunde.
¿Y entonces cómo la veían a usted?
Pues como alguien que sacaba mejores notas que ellos y que además era extranjera.
O sea, como una competidora.
¿Pero entonces eso quiere decir que nunca ha tenido novio?
Últimamente he llevado una vida un poco solitaria.
Entiendo perfectamente que le hagan ilusión esas cartas.
Le envidio.
Yo de momento me voy a Madrid para comenzar mis gestiones.
Lorenzo, no quiero que nos metas en un enredo con tus tejemanejes.
¿Le importaría dejar de desconfiar?
Dame un poco de piedito.
Esta situación está minando mis nervios.
Y lo que no entiendo, la verdad, es por qué ahora llora.
Estaba claro que esa mujer aparecería por aquí tarde o temprano.
¿Pero entonces ella ha estado en la promesa?
¿Está usted segura?
Petra se encogía de hombros y Pía se mostraba afectada y nerviosa.
Ahora...
Está usted mintiendo, ella nunca ha estado en la promesa.
La verdad, lo que no comprendo son los motivos que haya podido tener su novio para no darle esa información.
Es que no es verdad.
Ya, ya veo que usted no se fía de mí, pero puede preguntarle a cualquiera.
Aunque quizá el más indicado sea don Ricardo.
Me consta que ayer estuvo hablando con su esposa que en la promesa.
Petra se atusa el pelo.
La comprendo, señora Darle.
Una falta de confianza tan grave para con usted.
No sé en qué estaría pensando don Ricardo.
No la juzgue, porque no tiene ningún derecho a hacerlo.
Tiene usted razón.
Por prudencia, mejor no emitir ningún juicio.
Porque la verdad, tampoco estoy segura de si su esposa ha venido por iniciativa propia o avisada por el mayordomo.
Aunque la verdad me...
Me inclino más por lo segundo.
¿Y por qué? ¿Qué le hace pensar eso?
De verdad me lo pregunta.
Pues por los mismos motivos por los que el señor Pellicer no le ha informado de su visita, claramente.
Y también porque Santos tampoco lo sabía.
Así me lo comentaron los dos cuando Santos me presentó a su madre.
Y dígame, ¿qué necesitaría van a tener los dos para mentirme a mí?
A usted le gusta, ¿verdad? Este juego de intrigas.
¿Juego de intrigas?
¿Pero qué juego de intrigas?
Mi único papel en toda esta historia ha sido desvelarle a Santos una verdad que su padre le negó traicioneramente.
Porque dígame, ¿qué padre y qué monstruo le oculta a su hijo que su madre está viva?
Esa mujer las abandonó por mantener un adulterio con su cuñado.
Sí, ya conozco la versión que pregonó el señor Pellicer, pero ¿sabe usted?
También conozco la de la madre de Santos.
Y créame que esa patraña hace agua por todas partes.
Sigue sin confiar en mí, ¿verdad?
Una pena.
Aunque terminará por darme la razón cuando la conozca.
Es una mujer maravillosa.
Encantadora, educada y amable.
Y muy hermosa.
Claro que de algún lugar tenía que sacar Santos su encanto, ¿no?
No dice nada.
Espero que la visita haya sido para bien.
¿A quién pretende engañar, doña Pía?