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By Si no puedes verlo !Escuchalo¡ Si no puedes verlo ¡Escúchalo! La Promesa
La promesa 550 #audesc

La promesa 550 #audesc

3/20/2025 · 59:10
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Description of La promesa 550 #audesc

Cuarta temporada de la espectacular serie de RTVE

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Radiotelevisión Española presenta anteriormente Venía a comunicarles que voy a inspeccionar la promesa. Necesito vía libre para revisar cada rincón de este palacio. Al menos hasta encontrar el arma del crimen. Bastardo en el palacio de los Luján.

¿Qué es esto? No tengo que se refiere a mí. Por lo visto Dolores tenía una hija.

¿Dice el periódico algo de esa niña? No, el periódico no indica nada de esa niña pero los rumores indican a que esa niña podría ser... ¿Jana? Lo importante ahora es dilucidar quién demonios filtró esa noticia a la prensa.

Tú no tendrás ninguna sospecha ¿verdad? ¿Yo? ¿En serio creías que yo sabía algo de todo esto? No, por supuesto que no. ¿Usted cree que podemos subir a ver a Jana? Por su cercanía será María Fernández quien podrá subir.

Y bien doctor. Sigue mejorando de eso no hay duda.

Gracias a Dios. La herida está sanando bien. ¿Y el bebé? Parece que la criatura es igual de fuerte que su madre. Quiero ayudarle en todo lo que necesite y no es una cuestión de amabilidad. Créame, lo hago porque le quiero. Ni siquiera son conscientes de que han intentado sabotear esta relación desde el primer día. Deja de echarnos la culpa. Nosotros no apretamos el gatillo. Eso tendrá que dilucidar el sargento Burdina.

Bástate. ¿Una prueba? Se trata de un botón que el propio don Manuel encontró en la mano de doña Jana y que la joven tenía fuertemente agarrado. Podemos decir, sin lugar a dudas, que ese botón pertenece a una bata de la señora Marquesa. Doña Cruz Ezquerdo. La marquesa quedaba enmudecida. Ahora frunce el ceño y mira nerviosa al sargento. Se gira y mira hacia la familia que la observa sin dar crédito.

¿Por qué me miráis todos así? ¿De verdad cree que yo disparé a Jana? Eso mismo. En este momento es usted la principal sospechosa. La única, de hecho. Eso no significa que haya una acusación formal contra usted. Pero hasta que encontremos el arma del crimen y podamos llegar a una conclusión definitiva, deberá permanecer recluida en una habitación de este palacio. Ah, no. Ni lo sueñe.

No me voy a encerrar en mi habitación como si fuera una vulgar delincuente. Nadie pretende tal cosa. Bueno, usted lo acaba de decir. No será en su alcoba, sino en alguna habitación de invitados que esté libre. Mis hombres necesitan registrar la suya de arriba abajo para continuar con las pesquisas. Ya sé lo que usted pretende, sargento. Usted quiere aprovecharse del renombre de mi familia para hacerse notar. ¿Me equivoco? De punta a punta.

Le sugiero que se tranquilice y que no hable por hablar. Ya, la verdad escuece. No debería arremeter contra mí, sino agradecerme que le permita quedarse en este palacio. Que despachate.

No obstante, si tanto le incomoda ocupar aquí una habitación de invitados, tal vez prefiere alojarse en una celda del cuartelillo. ¿Quiere dejar de decir sandeces? Señora. Ruth, tranquilízate.

No me da la gana. No solucionas nada perdiendo los nervios, por favor. ¿Que tengo que darle el gusto a este? Señala al sargento Conenquina. ¿A este señor al que le han encomendado resolver crímenes cuando ni siquiera es capaz de resolver un rompecabezas de cuatro piezas? Señora, le sugiero que haga caso a su marido y que se calme. Y luego haga caso de mis instrucciones.

Yo le aconsejo que se marche de mi casa. Que se dé la vuelta y vuelva por donde ha venido.

Mire usted, señora, no quisiera tener que llevarme la presa por desacato a la autoridad, pero si no me deja otra opción y le puedo asegurar que para eso no me hace falta más prueba que mi propia opinión. No será necesario, sargento. Ruth niega con rabia y Alonso la mira de frente. Ella aprieta los dientes al borde del llanto con impotencia. Catalina Leocadia y Curro clavan su mirada en ella con gesto de odio. Ruth lanza un suspiro con desazón y niega resignada.

Importante. Acompáñeme. El sargento señala a la puerta donde unos guardias armados esperan.

Alonso asiente y Ruth va obediente junto a Burdina. Se gira y mira a todos con lágrimas de rancor en los ojos. Sale con los guardias y Alonso mira hacia Curro con gesto amargo.

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