La promesa 668 #audesc

Radiotelevisión Española presenta anteriormente...

Tendrás tu dinero, pero por favor suelta a Ángela.

No, querida. El dinero primero, tu hija después.

Tú no puedes enfrentarte al Capitán. Tanto si es responsable como si no de su desaparición. Pondrías a Ángela en peligro.

Lo sé, pero podemos buscarla sin que el Capitán se percate. Solo tenemos que pensar cómodo en Lorenzo. Si fuésemos él, ¿dónde la esconderíamos? Yo no estoy seguro de que el señor Ballesteros no vaya a encontrar otra forma para cumplir sus amenazas.

Ricardo, Ricardo, lo importante es que no tenemos que renunciar a quedarnos aquí en la promesa.

Los dos. Y ya que venga, lo que tenga que venir.

He querido adelantar todas mis tareas para que Consumenia me permita sumarme a la búsqueda de la señorita Ángela.

Ya le he dicho que el servicio no puede participar en las batidas.

Si está falto de tareas, póngase a brillantar copas con la señora Darre.

Pensaba que lo conocía, pero el Federico que vino no tenía nada que ver con mi hermano.

¿Y si se lo cuenta todo a padre? Que tu hermano no hablará, estoy seguro.

Que el señor Ballesteros se equivoca. Y no es la primera vez, pero sí la más grave.

Que está la vida de la señorita Ángela en juego, por Dios.

Nosotros no podemos hacer nada.

Nosotras sí podríamos hacer algo más eficaz.

Que necesita el varón de Valladares para volver a negociar con los nobles.

Tenemos que dar marcha atrás si no queremos represalias.

Eso significa que Catalina va a tener que deshacer el acuerdo que tenía con los trabajadores.

El único responsable de haberle vendido mi parte a doña Leocadia soy yo, nadie más.

Yo entiendo que tu familia le deba mucho dinero, pero tú eres el alma de todo esto, Manuel.

¿De verdad estás dispuesto a vender tu alma? La decisión está tomada.

¿Está diciendo que el señor Ballesteros no lo está haciendo bien? Es solo que no conoce el terreno.

¿Y qué proponen? Reasignar las tareas de búsqueda a alguien que domine cada palmo de la promesa, señor.

Déjenlo en mis manos. Hablaré con el señor Ballesteros.

La desaparición de Ángela no ha sido fortuita, ¿verdad? Creemos que no.

Entonces no deberíais rechazarme.

Os vendría bien un poco de ayuda.

¿Entonces qué proponéis? Plantear una audiencia con el varón.

Y así podemos planear otra reunión con algún otro terrateniente. Yo creo que no se podrá negar.

Es que quizá ya es demasiado tarde para hacer más movimientos.

Tío, es nuestra oportunidad para demostrar que sí que existe el diálogo y que sí que podemos conseguir ese cambio que queremos todos.

Con la debería que hemos pegado, tendría que habernos oído.

Quizás lo hiciera, pero no puedo responder.

No lo creo. Pero tenemos que seguir buscando.

¿Qué tal la excursión? ¿Y ahora qué, Santos? No, no. Simplemente estaba pensando que qué ocurriría si el señor Ballesteros se llegara a enterar de esto.

¿Puedes estar segura de que voy más en serio que nunca? Quiero la mano de tu hija.

Así que si quieres volver a ver a Ángela con vida, vas a consentir que me case con ella.

Lorenzo la miraba firme y Leocadio tragaba saliva congojada. Ahora...

Insistes en casarte con mi hija.

Pero tú has perdido, Loremus.

No, no, no.

Te aseguro que lo he meditado muy bien.

El matrimonio es una cosa seria.

Uno no se casa así y sin pensar.

Que ya te dije en su día que no.

No pienso consentir que le pongas la mano encima a mi hija.

¡Cerdo! Nadie se la va a poner.

Porque nadie sabe dónde está. O es que no quieres recuperar a tu hijita.

Lorenzo coge el dinero.

Leocadio coge el sobre de la mesa y lo sujeta en su mano.

No quiero el dinero.

Quiero a Ángela.

Eso no va a pasar.

Así que cumple con la palabra que diste.

Coge el dinero y entrégame a mi hija.

Porque te aseguro que si no lo haces, te vas a meter en un problema muy grave.

Pero tú no te das cuenta de que no estás en disposición de amenazar a nadie.

Ahora soy yo quien tiene la sartén por el mango.

Leocadio lanza el sobre a la mesa.

Ahí tienes el dinero.

La otra mitad te la daré cuando me devuelvas a Ángela.

Es más, me comprometo a darte la misma cantidad cada año.

Pero quiero que la liberes y quiero que lo hagas ya.

Leocadio se marcha con enfado y arrogancia dejando las puertas de la sala abiertas.

Lorenzo cavila un momento y se acerca a la mesa.

Coge el sobre con el dinero y va hacia una ventana.

Cuenta los billetes y se asoma a través del cristal con gesto serio.

Esboza una leve sonrisa con maldad.

Durante la cabecera, los protagonistas van apareciendo sobre diferentes lugares de la promesa.

Se rotulan los nombres de los actores junto a cada personaje.

Arturo García Sancho.