La promesa 689 #audesc

Radiotelevisión Española presenta anteriormente...

Entonces está convencido de que su hermana no intentará volver a su casa.

Ya hablamos sobre el riesgo que supondría que lo hiciera.

Está seguro de que no intentará marcharse, ¿verdad? No estoy seguro, pero no creo que lo haga.

Mira, si a ti se te pasa el enfado, yo prometo separar mis sospechas de Anora.

Y dejarás de husmear en su vida.

Sí.

Manuel tiende su mano...

Pelillos a la mano.

Pelillos a la mano.

Aunque Federico sepa que la vuelta de Vera es una temeridad, ¿de verdad crees que ella va a aceptar que no puede regresar a su casa mientras su padre viva? ¿Por qué dices eso? Y que estaba triste y que no pretendía abandonar sus intenciones.

Regresar a su casa es jugarse la vida.

Y eso siempre lo ha sabido, Lope.

Y aún así, no se ha echado para atrás.

Tu madre quiere casarte con un hombre al que odias.

No creo que nuestra fuga le vaya a perjudicar tanto.

Y si lo hace, pues...

Merecido lo tiene.

También afectaría a mis hermanos.

Y tengo que mirar por ellos, son sangre de mi sangre.

Curro, sé que esto es muy difícil, pero vas a tener que hacer el esfuerzo de entenderme.

¿Qué pasa con Adriano? Pues que se está planteando la posibilidad de marcharse de la promesa.

¿Tiene intención de llevarse a los niños con él? Son sus hijos, está en su derecho.

Voy a hablar con él.

No, Manuel.

Se lo está pensando.

Vamos a dejarlo tranquilo unos días.

Tú sigue callaica, ¿eh? Que cantarle las 40 al mayordomo debe ser falta grave.

Es que si se las canta no va a ser falta grave, va a ser una falta gravísima.

¿Y si resulta que nos pone tres faltas a todos? ¿Será capaz de echarnos? Es capaz de eso y demás.

Aquí no estamos hablando de amor, sino de algo mucho más vulgar.

¡Adulterio! Ya veo que no puedo conseguir un poco de caridad cristiana por su parte.

De mí lo que se espera ante todo es que haga bien mi trabajo y a eso me dedico.

¿Me puede decir al menos cuándo volverá la señora Garré? Regresará cuando toque.

¿Te ibas a tomar las gotas? Pero no has llegado a hacerlo, ¿verdad? Se me han caído.

Pues ahora mismo te las vas a tomar.

¿Cuántas gotas eran, Petra? Cinco, creo.

Si no vais a escapar habrá que pensar una manera de evitar esa boda.

Ángela no se puede casar con el capitán de la mata.

Eso o que a medida que vayan pasando los días sea ella quien decida huir.

Ya, pero es que yo no puedo esperar más, López.

Necesito alejarla de ese hombre ya mismo.

Curro, pues entonces tendrás que hacer algo por tu cuenta.

Por lo pronto me voy a buscar al doctor Salazar para que venga cuanto antes.

¿Y si no está en consulta, qué? Algo lo mismo está teniendo por las casas, ¿eh? Pues preguntaré hasta dar con él.

¿Tal mal la ha visto? Sí, sí.

Me iré para siempre, señora Leocadia.

¿Qué quieres a cambio? Que no case a Ángela con el capitán.

Por mucho que él insista o lo intente.

Leocadia daba una bofetada a Curro.

Este se llevaba la mano a la cara.

Ahora él la mira con odio.

¿Cómo te atreves? ¿Has arruinado la vida de mi hija y ahora me vienes con estas? Maldigo el día en que la conociste.

Maldigo el momento en el que a mí se me ocurrió que fueseis juntos a la fiesta de los condes de Ballester.

Y me maldigo a mí misma por permitir que mi hija se quedase en Luján en vez de exigirle que se marchara a Zurich.

Señora Leocadia, escúcheme.

Solo pretendo ayudar.

Es un poco tarde para eso, ¿no te parece? Es que no se da cuenta de que su hija está en un grave aprieto.

¿Y qué crees? ¿Que no lo sé? Lo que no entiendo es cómo tienes el cuajo de venir a mí a decirme cómo resolverlo.

Porque solo pretendo ayudar.

Le puedo asegurar que para mí no hay nada más importante en este mundo que Ángela.

Cállate la boca. No quiero escuchar ni una sola palabra más.

Mire, lamento mucho si la he ofendido.

He dicho que te calles.

Si de verdad te importase mi hija y su futuro, tendrías que haberte alejado de ella hace muchísimo tiempo en vez de seducirla.

Yo no la he seducido.

Cállate la boca, por favor.

Y no te atrevas a insinuar que esto fue cosa de ella.

Es que tampoco he dicho eso.

Los dos nos enamoramos.

Cállate.

Leocadia aprieta el puño y se aparta con rabia.

Y márchate de aquí.

Señala a la puerta y Curro niega.

Es una orden.

Mira firme a Curro.

Este resopla y siente resignado.

El joven la mira con odio y se marcha.

Al quedar sola, Leocadia rompe a llorar con rabia.

Se apoya en una ventana y se lleva una mano al vientre con ansiedad.

Durante la cabecera, los protagonistas van apareciendo sobre diferentes lugares.