
La psiquiatría forense en asesinos en serie y crímenes violentos

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Exploramos cómo los expertos analizan el perfil psiquiátrico de estos criminales, la diferencia entre neurosis y psicosis en su conducta y la controvertida cuestión del "cerebro criminal".
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Hola, os doy la bienvenida a un nuevo episodio del programa Cuadernos de Criminología, donde realizamos un acercamiento a todas aquellas áreas de interés para el mundo criminológico.
En esta ocasión voy a hacer una pequeña introducción, un pequeño también acercamiento, valga la redundancia, hacia aquel espacio en el que la psiquiatría forense se encarga de analizar casos relacionados con crímenes violentos de asesinos en serie.
Podemos ver que la psiquiatría forense ha evolucionado de manera notable en las últimas décadas y su aplicación en el estudio de casos de asesinos en serie y crímenes violentos ha generado un cuerpo de conocimiento que busca comprender la complejidad de la mente humana en situaciones extremas. Este campo, que es interdisciplinar, en el que confluyen la psiquiatría, la criminología, la neurología y la psicología, se encarga de analizar los factores biológicos, psicológicos y también sociales que pueden contribuir a la aparición de conductas criminales, de conductas delictivas, particularmente violentas.
Entre las cuestiones más debatidas se encontrarían el perfil psiquiátrico de los asesinos en serie, la diferenciación entre neurosis y psicosis en criminales violentos y también la existencia de lo que algunos han dado por llamar el cerebro criminal, un término que intenta encapsular hallazgos neurobiológicos en individuos considerados peligrosos.
El estudio de los asesinos en serie ha captado la atención tanto de investigadores como del público en general. Estos individuos, a menudo presentados en medios de comunicación y en producciones literarias y cinematográficas, se caracterizan por una serie de patrones en su conducta y en su desarrollo psicológico. En términos psiquiátricos, el perfil de un asesino en serie suele incluir una combinación de trastornos de la personalidad, dificultades en la regulación emocional y, en algunos casos, antecedentes de trauma o abuso durante la infancia.
Sin embargo, es importante señalar que no existe un perfil único o predecible que permita identificar de forma categórica a un asesino en serie. Cada caso resulta ser el producto de múltiples variables que interactúan de manera compleja. Algunos expertos sugieren que estos individuos pueden presentar rasgos narcisistas, una falta de empatía extrema y un deseo profundo de poder y control que se manifiestan en la necesidad de cometer actos de violencia reiterada y, en ocasiones, ritualizada.
A pesar de ello, la diversidad en sus trayectorias vitales y en sus motivaciones hace que el estudio del perfil psiquiátrico de los asesinos en serie sea un desafío constante, donde el análisis individual y contextual resulta indispensable. Por otro lado, el análisis de criminales violentos ha llevado a una discusión recurrente sobre la diferencia entre neurosis y psicosis.
Estas dos condiciones, aunque comparten ciertos síntomas en algunos casos, tienen implicaciones muy distintas en términos de la capacidad de juicio y la responsabilidad penal. La neurosis, en este contexto, se refiere a trastornos donde la persona experimenta angustia, ansiedad o depresión, pero mantiene un cierto contacto con la realidad y una capacidad de discernimiento, a pesar de que sus emociones pueden estar alteradas de manera significativa.
En contraste, la psicosis implica una ruptura más profunda con la realidad, donde pueden aparecer delirios, alucinaciones y una desconexión completa de la lógica y la coherencia en el pensamiento. En el ámbito forense pueden imaginar que esta distinción resulta crucial, ya que la presencia de psicosis puede llevar a una disminución de la responsabilidad penal, al considerarse que el individuo no era plenamente consciente de sus acciones en el momento de cometer el delito.
La evaluación psiquiátrica de criminales violentos, por lo tanto, no solo se centra en determinar la existencia de trastornos mentales, sino en establecer con precisión en qué medida estos trastornos afectan a la capacidad de tomar decisiones y comprender las consecuencias de sus actos. Existen numerosos estudios de casos que han intentado perfilar a criminales violentos a través del prisma de la neurosis y de la psicosis, observando que aunque ambos grupos pueden cometer actos atroces, la naturaleza de su patología mental influye de manera decisiva en su proceso de imputación y en el tipo de tratamiento que reciben.