¿Qué haría Jesús?
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, Mateo 16:15.
La mayoría de las personas en nuestra sociedad se interesa mucho en la opinión y estilo de vida de los famosos y de las celebridades. Quieren saber de ellos y ser como ellos. Quieren vestirse como ellos, usar los mismos productos que usan, hablar como ellos, adoptar las mismas posturas, tener la misma forma de pensar, usar sus mismas frases, etc. Ya sea de forma consciente o inconsciente, las personas imitan a aquellos a quienes admiran y por quienes sienten devoción.
Por su lado, un cristiano no debería interesarle seguir a esas personalidades del mundo, sino que debería estar muy interesado en seguir al Señor Jesucristo. El modelo para seguir e imitar por el creyente tendría que ser el Señor Jesús.
Por ello, el verdadero cristiano aspira a, más que imitar, a ser una réplica, lo más exacta posible, de su Señor Jesucristo.
En ese contexto, resulta muy relevante preguntarse qué haría Jesús en lo que el cristiano enfrenta día a día. En las decisiones que se deben tomar, en el qué decir, en qué callar, qué hacer, qué no hacer, cómo tratar a alguien, etc.
Pensar en qué haría Jesús si estuviera en mi lugar, qué decidiría Él si enfrentara lo mismo que me está pasando, ¿qué diría? ¿cuál sería su actitud ante mis circunstancias? ¿cómo reaccionaría?, etc. Y no sólo a lo que está enfrente, sino a lo que ya pasó. Por ejemplo: “¿eso que hice también lo habría hecho Jesús?”, “¿Él habría dicho lo mismo que yo?”, etc.
Hace muchos años hubo un movimiento muy popular donde se comercializaban productos con las siglas “WWJD” (en inglés: “What Would Jesus Do”), que su equivalente en español sería “QHJ” (Qué Haría Jesús). Los más populares de esos productos eran unos brazaletes hechos con hilo en las cuales destacaban esas siglas. Esa campaña la inició un grupo de jóvenes de la iglesia Calvary Reformed Church en Michigan, con el propósito de influenciar a su comunidad por Cristo. Esos jóvenes pretendían concientizar a las personas de aplicar esa pregunta a las decisiones diarias que enfrentaban. Fue tan popular la campaña que casi todo cristiano en el mundo portaba uno de esos brazaletes.
Pero, para responder la pregunta "¿Qué haría Jesús?" primero deberíamos cuestionarnos si realmente conocemos a Jesús. Conocer a Jesús implica estudiar acerca de Su vida, sus enseñanzas, su forma de pensar y de sentir. Eso lo podemos aprender de la Biblia. Sí. Pero, leer la Biblia sólo como literatura, solamente nos ayuda a aprender ACERCA de Jesús. Pero para CONOCER verdaderamente a Jesús, también se requiere de una relación personal y espiritual con Él.
Cuando conocemos bien a alguien, por ejemplo, tal y como se conoce a familiares cercanos, sabemos cuáles son sus gustos, sus preferencias, qué es lo que les desagrada, cómo van a reaccionar ante tal circunstancia, qué piensan, etc. Así debería ser nuestro conocimiento acerca de nuestro amado Señor Jesús. Y la mejor manera de conocerle es teniendo una relación cercana y constante con Él, que pasemos tiempo con Él, que tengamos intimidad con Él.
La aspiración de todo cristiano debería ser parecerse tanto en carácter y en comportamiento a Jesucristo que pudiera decir a los demás como hizo el apóstol Pablo en 1 Corintios 11:1: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.” (versión NVI).
Atreverse a decir eso implica tener una convicción muy grande de ser un verdadero cristiano, y de comprometerse a guardar un testimonio excelente de la fe en Cristo. ¿Te atreverías tú a decir eso y comprometerte con el Evangelio?
En vez de ello, muchos creyentes prefieren decir: “no me vean a mí, mejor vean a Cristo”. Pero ¿cómo la gente va a ver a Cristo sino es a través de un cristiano? ¿Cómo va alguien a conocer el poder transformador de Dios sino a través de vidas transformadas? La gente incrédula necesita ver señales para creer y una señal inequívoca de que Cristo vive es la vida de una persona convertida en Cristo. Y mayor impacto causa cuando esa persona fue conocida cómo era antes de Cristo.
El problema de algunos que se dicen “cristianos” es que se siguen comportando como eran antes de, supuestamente, haberse convertido al cristianismo. Personas así, en realidad, no se han convertido, ni han nacido de nuevo.
Así, Jesús te pregunta “Y tú, ¿quién dices que soy yo?” (Mateo 16:15.). Si no le conoces, no esperes más para conocerle: ve a Él en oración y dile: “quiero conocerte”. O tal vez le conoces, pero no lo suficiente. Si ese es el caso, entonces dile: “quiero conocerte más”. Así, cuando le conozcamos mejor, sabremos qué haría Jesús en cada situación que vivimos.
¡Bendiciones!
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