¿Qué significa tener salud para personas autóctonas, migrantes y de etnia gitana?

¡Hola! ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar si eso de la salud significa lo mismo para todo el mundo? ¿Es igual para una persona que para otra según de dónde viene, si es hombre o mujer o su situación económica? Pues hoy vamos a meternos justo en eso. Nos vamos a basar en una investigación bastante reciente que salió en la revista española de sociología.

El estudio lo firman Yolanda González Rábago, Irache Lúpez Lúpez de Araya, Celia Fernández Carro e Isabel Portillo. Un equipazo. Y lo que hacen es mirar cómo ven la salud y la enfermedad las personas migrantes y de etnia gitana en el País Vasco. Y lo comparan con la población de allí, la autóctona. Y usan una mirada que llaman interseccional.

O sea, que miran cómo se cruzan el origen, el género, la clase social y cómo afecta todo eso junto. Vamos a ver qué encontraron. Vale, entonces, entremos en materia. Tanto puede cambiar la idea de algo tan fundamental como estar sano? Pues fíjate, lo que el estudio muestra es como una especie de abanico, un continuum, que es muy revelador. Por un lado, la gente con una posición social más cómoda, con más estudios, suele ver la salud como algo multidimensional. ¿Te refieres a? Sí, que no es solo el cuerpo. Es lo físico, claro, pero también lo mental y, ojo, el bienestar social, las relaciones con los demás.

Claro, como eso de necesitar sentir que tienes buenas relaciones, una red de apoyo para sentirte realmente sana. Exacto, justo eso. Y esto lo señalaban bastante algunas personas migrantes, por ejemplo, por el tema del duelo migratorio, sabes? Y también gente autóctona con estudios superiores. Pero en el otro extremo de ese abanico, sobre todo en grupos con más dificultades, más desfavorecidos, como aparecía en algunos hombres gitanos que participaron, pues la visión se reduce muchísimo. ¿Se reduce? ¿De qué manera? ¿A qué te refieres? Pues que se centra casi exclusivamente en lo físico. La salud es básicamente no estar enfermo. Punto.

Ah. Una visión más, digamos, biomédica de toda la vida. Y algunas mujeres gitanas también iban por allá. Decían que la enfermedad empieza cuando ya necesitas ir al médico, cuando hay un tratamiento o un diagnóstico claro. Antes no es enfermedad. Ostras, qué interesante. Y aquí la cosa se pone todavía más llamativa, ¿no? Porque no solo era qué es la salud, sino para qué importa estar sano. ¿Eso también cambiaba? Totalmente. Ahí hay una diferencia clave. Los participantes migrantes y gitanos, muchos de ellos, vingulaban la salud pero de forma directísima.

A poder trabajar. A poder currar, vamos. Y a cuidar de la familia. Era casi una cuestión de subsistencia funcional. Si puedo hacer lo que tengo que hacer, estoy sano. Entiendo. Mientras que la población autóctona que participó, bueno, en general, tendía a enmarcar la salud más en términos de disfrutar de la vida, tener proyectos personales, poder hacer cosas que te gustan. Una visión quizá más enfocada al bienestar individual, ¿no? Claro, es una diferencia brutal.

No es lo mismo necesitar salud para sobrevivir que para disfrutar. Exacto. Subraya cómo la posición social te moldea no solo la definición de salud, sino el valor, la prioridad que le das en tu vida. Vale, vale, lo pillo. Y si la definición y el valor cambian tanto, ¿qué pasaba con las causas? ¿Por qué cree la gente que enferma? ¿Había más acuerdo ahí o…? Pues tampoco. Tampoco había consenso. Algunos grupos, especialmente participantes gitanos y también hombres autóctonos con menos nivel educativo, tendían a hablar de la enfermedad como algo más inevitable, una cosa de suerte, de genética, lo que te toca, ¿sabes? Ya, como que no puedes hacer mucho.

Eso es. Y la fe, la religión, también salía como un pilar importante para afrontar la enfermedad, sobre todo entre algunos participantes gitanos y migrantes de religión musulmana. Un recurso, ¿no? Y en contraste con esa visión, digamos, un poco más fatalista, ¿qué otras ideas salían? Pues sí, había un contraste claro. Se notaba un mayor énfasis en lo que llamamos determinantes sociales de la salud.

Los determinantes sociales, o sea, las condiciones de vida. Justo, las condiciones de vida y trabajo.

Esto lo recalcaban mucho las mujeres de todos los grupos y también las personas migrantes y gitanas en general. Hablaban de la precariedad en el trabajo, de no tener una vivienda estable, del estrés brutal de intentar compaginar el curro con la familia.

Lo de la conciliación, vamos.

Uf, sí. Eso era un clamor, especialmente entre las mujeres. La sensación de tener que ser súper mujeres para llegar a todo. Y señalaban cómo todos estos factores afectan de forma muy desigual. No es lo mismo para todos.

Entiendo. Entonces, los hábitos de vida, lo típico de la dieta, el ejercicio, sí que salían, pero metidos en…