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By VDP La Ventana de mi Pensamiento
Quién soy - Cuarta parte - Y por eso estoy aquí, Señora Herminia

Quién soy - Cuarta parte - Y por eso estoy aquí, Señora Herminia

7/23/2024 · 07:53
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Description of Quién soy - Cuarta parte - Y por eso estoy aquí, Señora Herminia

Acabé comprendiendo las lecciones que la vida quería enseñarme. El dolor poco a poco fue desapareciendo, y la alegría volvía a mi vida. Y cuando menos me lo esperaba, empecé a encontrarme con nuevos problemas. La muerte de mi padre no era la causa, pero sí fue el detonante. Hoy me gustaría explicaros tres de estos problemas.

Cuando una persona que ha conocido su peor versión ve una oportunidad, por pequeña que sea, de volver al camino recto, no hay nada ni nadie que pueda apartarlo de él. Y eso es lo que yo hice: cuando tuve la oportunidad, corrí al camino recto. Bueno, mejor dicho, mi alma corrió al camino recto, pero mi cuerpo y mi mente no siguieron el ritmo.
Estuve aproximadamente un intenso año recuperando el tiempo que había perdido siendo mi peor versión. Me forcé a dejar vicios, empezar nuevos hábitos y a formarme como nunca lo había hecho. Obtuve notas sobresalientes, rehíce la relación con mi familia y pedí perdón por todos mis actos. Pero cegado por la luz del camino recto, dejé de escuchar a mi cuerpo y colapsé. No pude hacer frente a las exigencias que me autoimponía y acabé entrando en un cuadro de ansiedad severa con miedo al desmayo.
Según los profesionales, el miedo al desmayo se traduce como miedo a perder el control, y tenían toda la razón. Ahora que había tomado el timón de mi vida, lo último que quería era volver a perder el rumbo y dejar de tener el control.
Pasé aproximadamente un mes sin poder salir de mi cama; el simple hecho de estar despierto me causaba una gran ansiedad, ya que eso significaba que en cualquier momento podía desmayarme. Comí poco, muy poco, ya que no me atrevía a sentarme en una mesa. Adelgacé mucho y cada vez tenía menos fuerzas. Solo podía pensar en cómo había sido tan valiente de salir a la calle sin preocupaciones y en si algún día volvería a hacerlo.
Y es que, veréis, cuando un miedo es irracional es tremendamente duro, porque por mucho que tengas miles de argumentos para convencerte de que es un miedo estúpido, seguirás teniendo miedo y no podrás hacer nada más que llorar y asustarte. Acabarás preguntándote cómo eres tan débil y cómo pueden los demás andar tranquilos mientras tú observas con envidia.
Hasta que me cansé. Repetí mi táctica, la única que me funcionaba, y lloré, lloré hasta que no pude llorar más. Y en ese momento… justo en ese momento, fui capaz de empezar a pensar. Y por fin volví a andar, junto con los demás, y ahora sí, la envidia había desaparecido.

Recuerdo el día en que me llamó uno de mis amigos. Lo cogí animado ya que sabía que me iba a proponer algún buen plan o al menos tendríamos una buena conversación. La noticia que me dio consiguió bloquear mi habla por completo. Su hermano, que es mi mejor amigo, estaba en coma inducido. Había tenido un brutal accidente de moto, el cual le había perforado un pulmón, cercenado el hígado y destrozado un brazo.
Las siguientes semanas las pasó a corazón abierto, llegando a aguantar hasta tres operaciones por día, algo que es realmente inhumano. Su madre cada noche me llamaba para contarme cómo iba. Sus palabras decían que estaba mejorando, pero su voz temía por su vida al igual que lo hacían mis pensamientos. Hasta que un día su llamada fue para decirnos que le quedaba una última operación, la más difícil de todas. Si la superaba lo despertarían, y si no… prefiero no decirlo. Esa fue una de las peores noches que pasé, no pude dormir y le pedí a mi padre que si ocurría lo peor lo ayudara a guiarse allá donde estuvieran.
Pero mi amigo no tenía ninguna intención de morir esa noche. Aguantó la operación y finalmente lo despertaron. Tuve que inventarme que éramos pareja para que los médicos me permitieran visitarlo en el hospital. Y la primera vez que nos vimos, mis sensaciones fueron contradictorias. Por un lado, tenía una alegría exagerada y no podía parar de pensar que seguiría disfrutando de él muchos años más. Por otro lado, sentí una gran tristeza; reconocía en sus ojos la mirada de quien está conociendo su peor versión.

¿Os he dicho ya que mi padre era la base de mis pensamientos?
Él ha sido la persona que más he admirado y fue mi referente de vida. Desde muy pequeño, a modo de rebeldía, le solía decir que yo quería ser un Buen José, que no me bastaba siendo un Buen García, que no quería seguir los patrones y que yo iba a ser mejor. Él me apoyaba totalmente y me animaba a superarlo en todos los aspectos posibles.
Ahora, después de su muerte, después de no entender el mundo, después de que se rompieran todas mis estructuras mentales y después de reconstruirlas poco a poco, me doy cuenta, otra vez, que hasta hoy he seguido el camino que él construyó junto a mí. Y justo ese es el problema: el camino se ha acabado y me he quedado solo (en este caso mi madre no me puede ayudar, ni debería si es que quiero ser un Buen José y no un Buen Martínez) y yo aún no soy un constructor lo suficientemente bueno para hacer un puente sólido. Me encuentro delante de un océano de posibilidades que no dudará en romper cualquier intento de puente vago que quiera construir y, aunque sé el rumbo, no tengo a nadie que me confirme que puedo dar el siguiente paso sin preocuparme de caer al abismo.
Y justo ese es el punto de la situación: toda la vida he tenido la valentía y la soberbia de decir que soy un Buen José, y ahora que tengo que demostrarlo, tengo MIEDO y no quiero dejar de ser un Buen García. Ser un Buen García es lo último que me queda de mi padre y siento cómo poco a poco me va soltando la mano y yo no me atrevo a enfrentarme a esto solo, porque sigo siendo un niño forzado a vivir como un adulto.

Todas estas experiencias y muchas más le enseñaron a mi cerebro una táctica llamada disociación, un estado de conciencia alterado en el que una situación y contexto que te afecta directamente se siente como si no formara parte de ti, como si tú fueras un espectador de una película que se ve proyectada por tus ojos. Parece ser que es un mecanismo de defensa activado por un alto nivel de cortisol. El problema fue que yo estaba en un estrés continuo y mi cerebro entendió que podía prolongar el estado de disociación y a eso se le llama despersonalización, la cual sigo arrastrando hasta el día de hoy.
No soy ningún experto en psicología, por lo tanto, pido disculpas si algo que he dicho no es correcto o ha sido explicado vagamente. Aprovecho para decir que estas experiencias consiguieron que tuviera que volver al psicólogo y estos relatos han sido resúmenes de lo que le conté a Herminia, mi psicóloga.

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Acabé comprendiendo las lecciones que la vida quería enseñarme el dolor poco a poco fue desapareciendo en la alegría volví a mi vida y cuando menos me lo esperaba empecé a encontrarme nuevos problemas la muerte de mi padre no era la causa pero si fue el detonante hoy me gustaría explicaros tres de estos problemas cuando una persona que ha conocido su peor versión ve una oportunidad por pequeña que sea de volver al camino recto no hay nada ni nadie que pueda apartarlo de él y eso es lo que yo hice cuando tuve la oportunidad corrí al camino recto bueno mejor dicho mi alma corre el camino recto pero mi cuerpo y mi mente no siguieron el ritmo estuve aproximadamente un intenso año recuperando el tiempo que había perdido siendo mi peor versión me forcé a dejar vicios empezar nuevos hábitos y a formarme como nunca lo había hecho obtuve notas sobresalientes reiche la relación con mi familia y pedí perdón por todos mis actos pero cegado por la luz del camino recto dejé de escuchar a mi cuerpo y colapse no pudo hacer frente a las exigencias que imponía ya acabé entrando en un cuadro de ansiedad severa con miedo al desmayo según los profesionales el miedo al desmayo se traduce como miedo a perder el control y tenían toda la razón ahora que había tomado el timón de mi vida lo último que quería era volver a perder el rumbo y dejar de tener el control pasé aproximadamente un mes sin poder salir de mi cama el simple hecho de estar despierto me causaba una gran ansiedad ya que eso significaba que en cualquier momento podría desmayarme mi poco muy poco ya que no me atrevía a sentarme en una mesa adelgacé mucho y cada vez tenía menos fuerzas sólo podía pensar como habia sido tan valiente de salir a la calle sin preocupaciones quien si algún día volvería a hacerlo y es que veréis cuando un miedo es irracional es tremendamente duro porque por mucho que tengas miles de argumentos para convencerte de que es un miedo estúpido seguirás teniendo miedo y no podrás hacer nada más que llorar y asustarte acabarás preguntándote cómo eres tan débil y como los demás andar tranquilos mientras tú observas con envidia hasta que me cansé repetí mi táctica la única que me funcionaba y lloré lloré hasta que no pude llorar más y en ese momento justo en ese momento fui capaz de empezar a pensar y por fin volvía a andar junto con los demás y ahora sí la envidia había desaparecido recuerdo el día que me llamó uno de mis amigos lo cogí animado ya que sabía que me iba a proponer algún buen plan o al menos tendríamos una buena conversación la noticia que me dio consiguió bloquear mi habla por completo su hermano que es mi mejor amigo estaba en coma inducido había tenido un brutal accidente de moto el cual le había perforado un pulmón cercenado el hígado y destrozado un brazo las siguientes semanas las pasó a corazón abierto llegando a aguantar hasta tres operaciones por día algo que es realmente inhumano su madre cada noche me llamaba para contarme cómo iban sus palabras decían que estaba mejorando pero su voz temía por su vida al igual que lo hacían mis pensamientos hasta que un día su llamada fue para decirnos que le quedaba una última operación la más difícil de todas si la superaba lo despertarían y si no prefiero no decirlo esa fue una de las peores noches que pasé no pude dormir y le pedí a mi padre que si ocurría lo peor lo ayudará a guiarse allá donde estuvieran pero mi amigo no tenía ninguna intención de morir esa noche agua toda la operación y finalmente lo despertaron tuve que inventarme que éramos pareja para que los médicos me permitieran visitarlo en el hospital y la primera vez que nos vimos mis sensaciones fueron contradictorias por un lado tenía una alegría exagerada y no podía parar de pensar que seguiría disfrutando dél muchos años más por otro lado sentía una gran tristeza reconocían sus ojos la mirada de quien está conociendo su peor versión por último os he dicho ya que mi padre era la base de mis pensamientos él ha sido la persona que más he admirado y fue mi referente de vida desde muy pequeño a modo de rebeldía

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