Quién soy / Segunda parte - El Dia de Mi Suerte

Este capítulo narra la mayor tristeza que un niño de 17 años pudo sentir: la muerte de su referente, la muerte de un padre.

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Me consideraba un hombre afortunado, hasta que llegó el día de mi suerte.
No me hubiese creído nunca que solo estarías 17 años a mi lado, y a día de hoy aún no me lo creo y ya no sé cuánto tiempo más ha de pasar para que empiece a entenderlo. Nunca más entrarás por esa puerta, nunca más serás lo primero que vea al despertarme, y el día en que alguien escuche este capítulo, estoy seguro de que ese día no serás tú el que me abrace. No descarto ni un solo recuerdo contigo, ojalá pudiera tener un recuerdo nuevo a tu lado, por malo que sea, por horrible que sea.
Desde que nací, mi padre no pasó ni un solo minuto sin pensar cómo o cuándo lo necesitaría. Me duele que no puedas saber cuánto te necesito ahora.
¿Hay salón de la fama para los padres? Pasan a la historia grandes guerreros, estrategas, políticos. ¿Y los padres? ¿Quién ha librado una batalla más dura que un padre con sus hijos? ¿Quizá una madre destrozada, cuidando a dos niños que acaban de aprender que el mundo no es del color que creían?
Contigo se fue el amor más grande que he sentido, siento o sentiré. ¿Cómo te puedes llevar todo el amor? Solo deberías poderte llevar la mitad. Creo que las matemáticas no son la ciencia exacta que busca mi cerebro para responder las preguntas de mi corazón.
La solución es que vuelvas, ¿pero eso es imposible verdad? ¿Entonces qué debo hacer? Primera y gran pregunta que aparece en mi vida y sabes, no sé responderla, te lo preguntaría a ti, pero ¿eso es imposible verdad?
Nadie te prepara para la muerte de tu padre, y nadie te avisa de los sentimientos y pensamientos que la acompañarán. ¿Cómo a un niño de 17 años se le puede llamar niño si estaría encantado de cambiar la muerte de su padre por la muerte de cualquier otra persona? Tu dolor por el mío, ¿por qué tú puedes seguir riendo y yo solo puedo llorar? ¿Quién decidió que tú debías seguir riendo?
Supongo que eran pensamientos 100% humanos, supongo que estaba siguiendo un patrón.
No he sabido cuándo parar, simplemente he parado. No sé cómo me he sentido, pero he sentido y mucho. Me ayuda, lo noto, tengo que pensar en aquello que me duele y conseguir expresarlo de forma más o menos correcta.

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"Papá, eres en lo primero que pienso al despertarme y eres lo último en lo que pienso antes de dormirme."

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Cuando mi padre murió, un psicólogo me recomendó pensar en lo que sentía y escribirlo. Este capítulo ha sido una adaptación de lo primero que escribí.