Description of Quién soy / Tercera parte - El Mito del Auriga
En este capítulo hablaré sobre el día en que entendí mi dolor. Las palabras se me quedan cortas para la gran conclusión que entendí ese día.
Recuerdo estar atendiendo a una clase sobre estoicismo del mejor profesor que he tenido nunca. Era el 13 de diciembre y alguien llamó a la puerta. Mi profesor salió un momento del aula y, cuando volvió a entrar, me llamó por mi nombre, cosa que nunca hacía, y dijo que recogiera mis cosas. No necesité más palabras para entenderlo, mi padre estaba a punto de morir. Se me quedó grabada una imagen de mi cara, casi como si la hubiese visto desde fuera. Esa fue la primera vez que sentí miedo, esa fue la primera vez que sentí que me había equivocado. Mi profesor me hizo un pequeño gesto y, con un chasquido de la lengua, me recordó que ante todo Ethos.
Entré en la habitación donde estaba mi padre. Él ya no podía articular palabras, pero sé que podía escucharme, porque cuando me despedí de él, lloraba. Hay días que dudo que esas fueran sus lágrimas. No son buenos días.
Veréis, mi padre era el pilar central de la torre de mis pensamientos. Cuando él murió, esa torre se derrumbó. Si todo mi ser se basaba en las creencias de mi padre, y él había recibido el peor de los castigos aun teniendo esas creencias, ¿por qué debería yo pensar que eran correctas? ¿No se supone que cuando aciertas te premian?
Por mi cabeza rondaba una idea: todo lo que creo verdad, está equivocado. Esa idea me liberó. Por primera vez podía actuar sin ningún tipo de moral, podía actuar sin preocuparme de que mis actos fueran correctos y, lo más importante, ya no había nadie que pudiera juzgarme, o al menos eso parecía. Los años posteriores a la muerte de mi padre los dediqué a las pasiones, los dediqué a los placeres, y contagiaba a todo el que podía. Pasé poco tiempo en casa, solo me acordaba de él en casa, solo lloraba en casa. Fuera, nadie lo conocía; fuera, no se había muerto nadie; todo parecía igual. Me gustaba, disfruté, mi cuerpo disfrutaba, mientras yo perdía las riendas, me desviaba del camino. Pensaba que me estaba liberando, pero realmente solo me estaba hundiendo, poco a poco, cada vez más.
Al creer que todo lo que pensaba estaba equivocado, mis pensamientos se convirtieron en un lienzo en blanco. Mi brújula buscaba un nuevo norte al que apuntar. Sé que a mucha gente esto le podría parecer una gran oportunidad, y lo era. El problema fue que yo reconstruí mi torre con arena y ya sabéis que a la torre de arena hasta el agua la derrumba. Y pasaba, continuamente me derrumbaba.
Sentía una presión enorme, tenía la obligación de rehacer la torre, ladrillo a ladrillo y con unos cimientos sólidos, tenía la obligación de volver a pensar, pero eso implicaba enfrentarme a mis emociones y sabía que no sería fácil. Esa fue la segunda vez que sentí miedo. Esa fue la primera vez que creí que estaba en lo cierto.
Lloré, lloré mucho, mis emociones eran tan fuertes que se materializaban como un dolor en el pecho, me oprimía y no me dejaba respirar, uno de los dolores más fuertes que he sentido. Me dejé sentirlo, me dejé llorar, y cuando me cansé, cuando ya no podía sentirlo más, en ese momento... justo en ese momento, fui capaz de empezar a pensar.
Nadie nos prepara para perder a un padre simplemente porque no hay nada que preparar. La solución es que vuelvas, pero ¿eso es imposible verdad? Simplemente no hay solución, solo puedes seguir adelante y solo puedes seguir viviendo. Entendí que la máquina del tiempo no se detiene, unos mueren, pero la vida continúa y eres tú el único que decide si continúas o te quedas quieto, hundiéndote en el abismo más oscuro del pensamiento humano. El vacío que queda en tu corazón no se puede sustituir, pero puede llenarse de valor y latir más fuerte. Se debe aprovechar el tablón roto de la barca para remar con él. Pero créeme, cuando una persona que ha conocido su peor versión ve una oportunidad, por pequeña que sea, de volver al camino recto, no hay nada ni nadie que pueda apartarlo de él.
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“Puedes salir del camino a pasear, lo que no debes es desorientarte y perder la dirección.”
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La muerte de mi padre no disminuye la autoridad que tiene sobre mí, ni tampoco la aumenta como algunos piensan. Por tanto, debo seguir formándome y debo seguir creciendo, como si él aún pudiera juzgarme, pero con la diferencia de que ahora el pilar central soy yo. He llegado a la conclusión de que quiero ser el hombre que falta a mi lado y dejar de ser el niño que no es capaz de enfrentarse a sí mismo.
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En este capítulo hablaré sobre el día en que entendí mi dolor las palabras se me quedan cortas para la gran conclusión que entendía ese día recuerdo estar atendiendo una clase sobre estoicismo del mejor profesor que he tenido nunca era el trece de diciembre y alguien llamó a la puerta mi profesor salió un momento del aula y cuando volvió a entrar me llamó por mi nombre cosa que nunca hacía dijo que recoger a mis cosas no necesité más palabras para entenderlo mi padre estaba a punto de morir se me quedó grabada una imagen de mi cara casi como si la hubiese visto desde fuera esa fue la primera vez que sentí miedo esa fue la primera vez que sentí que me había equivocado mi profesor me hizo un pequeño gesto y con un chasquido de la lengua me recordó que ante todo esos entré a la habitación donde estaba mi padre él ya no podía articular palabras pero sé que podía escucharme porque cuando me despedí de él y lloraba hay días que dudo que esas fueran sus lágrimas no son buenos días veréis mi padre era el pilar central de la torre de mis pensamientos cuando murió esa torre se derrumbó si todo mi ser se basaban las creencias de mi padre y él había recibido el peor de los castigos aun teniendo esas creencias por qué debería yo pensar que eran correctas no se supone que co ando aciertas te premian por mi cabeza rondaba una idea todo lo que creo verdad está equivocado esa idea me liberó por primera vez podía actuar sin ningún tipo de moral podía actuar sin preocuparme de que mis actos fueran correctos y lo más importante ya no había nadie que pudiera juzgarme o al menos eso parecía los años posteriores a la muerte de mi padre los dediqué a las pasiones los dediqué a los placeres y contagiaba a todo el que podía pasé poco tiempo en casa sólo me acordaba de él en casa solo lloraba en casa fuera nadie lo conocía fuera no se había muerto nadie todo parecía igual me gustaba disfrute mi cuerpo disfrutaba mientras yo perdía las riendas me desviaba del camino pensaba que me liberaba pero realmente solo me estaba hundiendo poco a poco cada vez más al creer que todo lo que pensaba estaba equivocado mis pensamientos se convirtieron en un lienzo en blanco mi brújula buscaba un nuevo norte al que apuntar sé que a mucha gente esto le podría parecer una gran oportunidad y lo era el problema fue que yo reconstruir mi torre con arena y ya sabes que la torre de arena hasta el agua la derrumba y pasaba continuamente me derrumbaba sentía una presión enorme tenía la obligación de rehacer la torre ladrillo a ladrillo y con unos cimientos sólidos tenía la obligación de volver a pensar pero eso implicaba enfrentarme a mis emociones y sabía que no sería fácil esa fue la segunda vez que sentí miedo esa fue la primera vez que creí que estaba en lo cierto lloré lloré mucho mis emociones eran tan fuertes que se materializaban como un dolor en el pecho me oprimía y no me dejaba respirar uno de los dolores más fuertes que he sentido me dejé sentirlo me deje llorar y cuando me canse cuando ya no podía sentirlo más en ese momento justo en ese momento fui capaz de empezar a pensar nadie nos prepara para perder a un padre simplemente porque no hay nada que preparar las soluciones que vuelvas pero eso es imposible verdad simplemente no hay solución solo puedes seguir adelante y solo puedes seguir viviendo entendí que la máquina del tiempo no se detiene unos mueren pero la vida continúa y eres tú el único que decide si continuas o te quedas quieto hundiéndote en el abismo más oscuro del pensamiento humano el vacío que queda en tu corazón no se puede sustituir pero puede llenarse de valor y latir más fuerte se debe aprovechar el tablón roto de la barca para remar con él pero créeme cuando una persona que ha conocido su perversión ve una oportunidad por pequeña que sea de volver al camino recto no hay nada ni nadie que pueda apartarlo de él puedes salir del camino a pasear lo que no te debes orientar y perder la dirección la muerte de mi padre no disminuye la autoridad