radiochip de la entrevista a Tony Aguilar

El hijo de Don Pollo.

¿Qué relación tienes con el mar? Pues mucha, muchísima.

Nací en el mar y suelo ir al mar cada vez que necesito desconectar.

Así que mucha. Tengo mi sitio favorito en una playa de El Vendrell, que se llama San Salvador, en Tarragona, donde Pau Casals solía tener su retirada y sus composiciones vienen muchas de esa playa, y donde solamente sentarme a ver el mar me trae su música a la cabeza.

Hay un recuerdo de este invitado, que ha elegido como pseudónimo el hijo de Don Pollo, que nos lleva a la cama de sus padres cuando tenías cinco o seis años, porque los domingos por la mañana te gustaba ir ahí a colarte y a estar un rato con ellos escuchando música.

Escuchando la radio.

Y tú decías, mamá, quiero ser como Don Pollo.

Exacto. Mi gran pasión era salir corriendo de la habitación, por el pasillo, pegar un salto en el centro de la cama y aquellas camas que tenían en el cabezal incrustado un receptor de radio, ¿os acordáis? Que hay algunos hoteles aunque lo tienen en el cabecero de la cama, sí.

Mis padres lo tenían y a mí lo que más me gustaba era estar allí en medio de Antonio y de Amparo, escuchando, en este caso, a Luis Arribas Castro, que me ponía de muy buen humor, a mí me encantaba escucharle, decir, señora, llámeme a la radio y le regalo una maceta, vamos a poner Barcelona bonita.

Y luego presentaba las canciones con esa pasión, pues los lupos de aquella época, los mustangs, los sirex, el lo dinámico.

Y yo un día le dije, mamá, yo de mayor quiero ser como Don Pollo, quiero hacer que la gente sea feliz.

Y Tonio Gailar se ha convertido en el hijo de Don Pollo, ya con identidad propia desde hace muchos años.

Mira, el año que viene va a ser mi año número 30, en esta casa, en la radio, empecé en Radio Barcelona en 1990 y para cerrarlo de Don Pollo hubo una cosa yo creo que bonita que hizo mi padre, es que el día que falleció Luis Arribas Castro yo me enteré haciendo de más del 40 al 1, aquí en el estudio Paul McCartney de los 40, y me dijeron, ha muerto Don Pollo, mis padres.

Y yo, muy afectado, la verdad, naturalmente, yo llegué a saludarle y a conocerle en su última época que estaba en Radio Hospitalet, y sobre todo por lo que haya significado para mí, como había despertado en mí esta pasión por la radio y por la música.

Y le dije, papá, hay que llevarle unas flores.

Y entonces le pusimos unas flores y en la corona solo ponía Gracias Don Pollo.

Pero, esto me ha emocionado, estoy seguro, mi padre se acercó al libro de condolencias y le dejó unas palabras y le dijo, gracias Luis por lo que has hecho por mi hijo.

Esto no lo había contado nunca, aquí públicamente, pero creo que es uno de los mejores recuerdos que voy a tener de mi vida.

O sea, ese orgullo de papá y de, claro, yo estaba aquí en Madrid, y de acercarse al sanatorio ese día y dejar esas palabras ahí.

Hay una imagen que me apetece también comentar contigo, que es que vosotros vivíais en un semisótano, y entonces tú veías pasar los zapatos de las personas por la ventana y contabas los zapatos como si fueran oyentes, un oyente, otro oyente, otro oyente, y desde muy pequeñito ya hacías de locutor de radio.

Entre los zapatos de los peatones y tu hermano, tenías la audiencia que necesitabas, ¿no? Sí, vivíamos en un patio, en el barrio del Rayo Amarillo, se llamaba el barrio, o sea, Chayama, Montesa, en Esplugas de Llobregat, y vivíamos en un patio, en un semisótano.

De hecho, como dices, mi habitación tenía la mini ventana que tenía a la altura justo de la calle, de la calle de arriba, y yo me imaginaba cada vez que pasaba una persona que era un oyente más, y el día que había mucho traje en esa calle, había mucho movimiento, yo me emocionaba porque había mucha gente escuchándome.

Entonces, ¿qué cogía? Cogía un viejo radiocassette de mi madre y estiraba la antena y pensaba que ese era el micrófono, y subía y bajaba el volumen y presentaba las cintas de cassette que yo o grababa de la radio o tenía de mi madre.

Y esa era mi máxima pasión, tanto que yo pensaba que yo estaba emitiendo y tenía que cumplir mi horario de programa, yo tenía mi programación, Mara, yo tenía que llegar a las cinco y media después del colegio y empezar a emitir Radio Express, que yo le llamaba así, y claro, el pobre de mi hermano era mi hijo,