Rebeldes por naturaleza: Cómo se vincula la lucha ecologista con la de la vivienda (CARNE CRUDA #1494)

La República Independiente de la Radio presenta Rebeldes por Naturaleza En colaboración con Amigas de la Tierra Irene Valiente, crudos días.

Crudos días.

Hoy vamos a terminar hablando de cómo se vincula la lucha ecologista con la de la vivienda.

O básicamente de cómo son la misma lucha, porque nuestro derecho a la naturaleza es también nuestro derecho a la ciudad.

Es la misma que intentamos disfrutar, habitar y pasear juntas.

Mira, esta es mi casa. El paseo corto es que bajamos por aquí, que hay unas escaleritas.

Marta Macías es de La Rioja, pero lleva casi ocho años viviendo en Madrid y forma parte del grupo local de Amigas de la Tierra.

Ahora vive en el barrio de Vallecas y, como en todo barrio obrero y periférico de una ciudad, allí se evidencia que el acceso a los espacios verdes es también una cuestión de clase.

Podemos ver que si vivimos cerca del Retiro, que tiene unos alquileres completamente inasumibles para cualquier persona de clase obrera trabajadora, tenemos un retiro al lado de casa, es un parque enorme, tenemos naturaleza, tenemos acceso a ella, pero si vivimos en Vallecas, si tienes suerte de vivir cerca de Las Siete Tetas, pues sí, tienes un parque, pero ya está.

O sea, no tenemos absolutamente nada más.

Antes de seguir paseando recordemos que, aunque solo ocupan el 2% de la superficie terrestre, más de la mitad de la población vive en ciudades, una cifra que va a seguir aumentando y aumentando.

Sí, ya hoy generan el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales, porque, como hemos contado tantas veces, el crecimiento urbano sigue el ritmo de la caja registradora, el del planeta.

Eso es, y ya no es que debamos proteger la naturaleza en las ciudades porque nos guste tirarnos en los parques, el canto de los pajaritos o la forma de los árboles.

Que todo eso está muy bien.

Eso es, pero es que los necesitamos para sobrevivir en ellas.

Entre mayo y septiembre de 2022 se registraron en España 11.324 muertes por el calor.

Claro, ¿qué pasa? Pues que esas muertes no creo que sean de una persona que vive en el barrio Salamanca y puede permitirse un aire acondicionado, eso son muertes también de clase obrera Y además está demostrado que el impacto de la crisis climática es mayor entre las mujeres, las personas racializadas y las familias humildes.

Sobre esto habla el informe de Amigas de la Tierra y la Federación de Consumidores y Usuarios Derecho a la Naturaleza, Derecho a la Ciudad que plantea cómo podemos construir ciudades más justas y sostenibles.

Por eso hacen referencia a la Organización Mundial de la Salud que recomienda que en las grandes ciudades se cumpla al menos un requisito de su regla 3.30.300 Que tienes que ver tres árboles desde tu casa, que tienes que tener un 30% de vegetación en tu barrio y que tienes que tener un parque a menos de 300 metros.

Parque entendido no como una plaza con dos árboles, parque entendido como parque.

O sea, no como lo que estamos ahora.

Efectivamente.

Oye, ¿vosotras sabéis si cumplís esa regla? Yo no la cumplo.

Bueno, yo es que como tengo un cementerio cerca, lo mismo sí.

Yo creo que sí la cumplo, fíjate.

En mi caso no, pero la periferia no es la única víctima de esto que llaman gentrificación verde.

El centro de las ciudades tampoco se salva.

Aunque para hablar de eso lamentablemente hay que coger el metro, amigas.

Próxima estación, Sol.

La Puerta de Sol de Madrid es un claro ejemplo de esa arquitectura hostil que caracteriza el centro de tantas ciudades españolas.

Aunque Marta prefirió llevarme a otra plaza muy cerquita de allí.

A ver, yo simplemente porque cuando hablamos de plazas desastrosas o de espacios desastrosos o de arquitectura hostil pues a mí el centro de Madrid se me viene como un flasazo entero.

Marta tiene una discapacidad y muchas veces necesita sentarse.

Y esta es una de esas plazas en las que casi estaba a punto de echarme a llorar.

¿Por qué? Porque es una plaza en la que no tenemos ningún tipo de sombra pero sobre todo los árboles que tenemos están por encima de la altura del suelo y están en una especie de alcorques que tienen encima unas vallas de metal redondas que impiden que te sientes.

Es decir, que o te sientas en el suelo o por supuesto en las tropecientas terrazas de cadenas de bares y cafeterías que llenan la plaza.

Porque atención amigas, noticia de última hora las ciudades también están al servicio del capitalismo.

Y sus calles no son lugares de encuentro, lugares para nosotras sino de consumo o de tránsito al consumo.

Por eso Marta me recordaba iniciativas como Vecinas a la Fresca.

La simple reivindicación de que vamos a quedar todas las vecinas en una calle para compartir una tortilla de patata no es algo tan raro.

Cuando hablamos de tomar la fresca esto lo seguimos viendo en los pueblos las señoras que se sacan sus sillas a la calle.

Pero es que eso ni siquiera es legal hacerlo.

¿Cómo puede no ser legal? No es legal.

Porque tú lo has intentado, ¿verdad? Porque yo lo he intentado porque yo vivo a pie de calle y yo saqué las sillas a la calle con mis amigos y amigas y nos dijeron que eso lo prohibía la normativa municipal.

Que nos pasamos por el forro aquella tarde maravillosa tomando cervezas y tortillas de patatas.

Revélate Javier.

Ya pagamos las multas entre todos.

¿Y qué opina Marta de zonas como Madrid Río o las Super Illes de Barcelona? Esas supermanzanas compuestas de zonas peatonales y naturaleza.

Pues que son proyectos que suenan muy bonitos y que lo son, que levante la mano la que no haya ido.