Reflexiones del Evangelio | Lc 18,35-43 (santa Isabel de Hungría) - 17 de noviembre de 2025

Hoy la Iglesia celebra a Santa Isabel de Hungría.

El lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, el Evangelio que toca es el de Lucas 18, 35 al 43.

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jerico, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello y le explicaron, pasa Jesús nazareno. Entonces gritó, Jesús hijo de David ten compasión de mí. Los que iban delante le regañaban para que se callase, pero él gritaba más fuerte, hijo de David ten compasión de mí. Jesús se paró y mandó que lo trajesen. Cuando estuvo cerca le preguntó, ¿qué quieres que haga por ti? Él dijo, señor que vea otra vez. Jesús le contestó, recobra la vista, tu fe te ha curado. Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios y todo el pueblo al ver esto alababa a Dios.

El texto de hoy empieza diciéndonos que Jesús se acercaba a Jerico. Jerico era un fértil oasis en medio del árido desierto de Judea y se encuentra un poco antes de que el río Jordán desemboque en el mar muerto. Por el agua abundante de que disponía, Jerico era una ciudad pujante, bastante poblada y con mucha actividad comercial y era la última parada para todo aquel que viajaba a Jerusalén y que venía del norte bordeando el río Jordán.

Después de Jerico sólo quedaban unos 30 kilómetros de subida hasta llegar a Jerusalén y esa era la distancia que los peregrinos solían hacer en un día de camino. Lo cierto es que la estructura del evangelio de Lucas ya nos encontramos al final del camino de Jesús y como hemos visto ha sido un camino lleno de enseñanzas dirigidas a quienes desean ser discípulos suyos. Ahora nos queda oír sus últimas enseñanzas en Jerusalén y luego ser testigos del trágico desenlace de su camino, desenlace que puede acaecer de manera semejante a los que lo seguimos.

Según el relato de hoy Jesús se acercaba a Jerico y en la entrada se encontró con un ciego. Este relato de Lucas nos lo cuentan también Marcos y Mateo. Marcos nos da el nombre del ciego, se llamaba Bartimeo, es decir, hijo de Timeo. Mateo en cambio nos dice que fueron dos los ciegos. Ambos Marcos y Mateo nos dicen que el encuentro con él o los dos ciegos fue saliendo de Jerico, pero para Lucas el hecho sucedió al entrar al pueblo. Bueno pues en este pasaje lo que interesa no son los detalles de lo sucedido, que pudo haberse distorsionado durante la larga transmisión oral, sino la riqueza de las enseñanzas que contiene el pasaje.

Veamos pues con más detenimiento el relato que Lucas nos presenta. Ayuda mucho imaginar la escena. Se acercaba la Pascua y seguramente había mucha gente entrando y saliendo del activo a Jerico camino a Jerusalén. Imaginemos también a Jesús entrando con su grupo numeroso de discípulos con aquellos que había caminado desde Galilea. Dice el texto que al acercarse a la ciudad había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna.

El ciego sentado al borde del camino representa a todos aquellos que están sentados en la vida pasivos, sin moverse y sin participar en el caminar de los demás. Representa aquellos que por su ceguera no se pueden unir a los compañeros del Señor, pues como no pueden ver la verdad del camino de Jesús, no participan de él. Y no es de extrañar ver un ciego, pues en tiempos de Jesús había mucho enfermo entre la población y había mucho pobre pidiendo limosna debido a la difícil situación económica del pueblo, a causa principalmente de la invasión romana.

Este ciego pidiendo limosna era uno de tantos, pero como veremos, éste tenía algo especial, pues este ciego era uno que estaba interesado en Jesús y su mensaje. Era un buscador de Dios y seguramente había escuchado acerca de Jesús. Y aunque parece ser que no había tenido la ocasión de encontrarse con él para seguirlo, da la impresión de que lo deseaba. Por eso, al oír que pasaba, mucha gente preguntó qué era aquello y le dijeron, pasa Jesús Nazareno.

Al ciego le llamó la atención la bulla que hacía la gente, más bulla del ordinario, pues Jesús