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By Berger y Montero Asociados Drama o Qué
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RELATOS o QUÉ| El Caldo de Pollo, de Javier Berger

RELATOS o QUÉ| El Caldo de Pollo, de Javier Berger - Early access

3/9/2025 · 09:45
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Description of RELATOS o QUÉ| El Caldo de Pollo, de Javier Berger

Early access for Fans - Un relato de terror escrito y locutado por Javier Berger.
Luis, un escritor, llega a un pequeño pueblo donde ha acontecido un extraño suceso. No será fácil conseguir información...



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Voy a compartir con todos vosotros un relato en esta temporada que me he lanzado a escribir relatitos, pues allá va un relato en este caso con un ambiente entre el terror y lo fantástico mezclado con un toque costumbrista, vamos a ver qué tal sale. Se llama caldo de pollo, el hedor a orines que propalaba a la granja de pollos impregnaba cada rincón de aquel pueblucho, Luis paseó por las calles vacías hasta dar con el único bar abierto, dos parroquianos que jugaban a las damas lo miraron entrar sin mucho interés, le dieron un trago a sus chatos de vino y el más mayor de los dos vegestorios movió ficha, Luis se acercó a la barra que llevaba a un par de lustros sin conocer un trapo limpio, el dueño del bujío, un hombre de unos 50 años con gafas de culo de botella y una dentadura propia del medievo, tras observar los andares del forastero simplemente cabeceó como toda muestra de intento de comunicación, en ese gesto solitario acompañado de un rictus serio estaban condensadas las siguientes frases, hola, ¿quién eres? ¿qué vienes a hacer por aquí? ¿qué quieres? todo eso contenido en un leve movimiento de cabeza y quizás un breve mugido, así, sin vocales, junto a una exhalación gutural emitida al tiempo de un fonema nasal, Luis respondió al mugido con una pregunta, ¿hay algo caliente para tomar en esta taberna? caldo, respondió el tabernero con su voz arañada por el poco uso, con la noche que hace me vendrá bien un caldo, ¿de qué es? el silencio, se paseó por entre los clientes del tugurio, los jugadores de damas cesaron su partida, el tabernero respiró como si estuviera meditando su respuesta, el viento golpeó unas ventanas con los cristales cuarteados, ¿de qué es el caldo? Luis insistió, pollo, contestó seco el tabernero, tráigame uno, Luis vio cómo se perdía el cuerpo contrahecho del tabernero en la cocina, los viejos jugadores de damas seguían mirando a la barra, parecía que aquella escena les interesaba más que su partida, Luis frente a aquellas miradas inquisidoras ofreció su amabilidad, ¿les apetece un cuenco de caldo? yo les invito, los jugadores no quisieron saber nada de aquella invitación, volvieron su cabeza al tablero como si en lugar de una sopa les hubiera ofrecido un plato con la placenta de un recién nacido, a los pocos segundos llegó el cuenco humeante, Luis sopló el caldo tratando de enfriar el líquido, ¿conocen el cuento de ricitos de oro? preguntó al aire, nadie respondió, lo deben conocer, continuó, una niña, rubia, ricitos de oro, perdida en el bosque, entra en la casa de unos osos, sí, oso, es un cuento, bueno, eso no es importante, tiene hambre y en la casa encuentra tres cuencos con sopa, uno demasiado caliente, otro demasiado frío y uno tercero perfecto, que es el que se toma, haciendo así una analogía el autor sobre las decisiones mesuradas en la vida, aquello de que en el punto medio está la virtud, sorbió con fuerza el caldo, aunque creo que hay una solución más sencilla, si la niña mezcla todo el contenido de los cuencos en uno mayor conseguiría la temperatura perfecta y mucha más sopa, bueno, simuló su interés el tabernero, muy rico el caldo, dijo Luis soltando el cuenco vacío sobre la barra, gracias, después de lo ocurrido es lógico que sea de pollo, ¿qué? ¿dónde está el niño? Luis soltó la frase directa, ya sin rodeos, todos en aquel bar eran conocedores de la historia, el tabernero construyó por primera vez una frase con verbo mejor dejar las cosas como están, amenazó

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