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By Berger y Montero Asociados Drama o Qué
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RELATOS O QUÉ| Una visita inesperada, de Javier Berger

RELATOS O QUÉ| Una visita inesperada, de Javier Berger

2/24/2025 · 12:40
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Drama o Qué Episode of Drama o Qué
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Contenido exclusivo para fans.
Un relato escrito por Javier Berger.
Con música de Olmedo Quartet.


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Bienvenidos y bienvenidas a esta edición exclusiva para fans. Me gustaría agradecer el apoyo desde hace mucho tiempo de algunos de los fans que con esa aportación mensual, bueno, pues hace que al menos este podcast que ya lleva seis temporadas, pues no nos cueste mucho el dinero. Como pequeño regalo me gustaría compartir con vosotros y vosotras este relato que sí que tiene relación con el mundo del teatro. Aunque es un relatito, es que este año estoy escribiendo relatos. Estoy, como dije en otro episodio, disfrutando de las clases como alumno en la casa tomada y estoy escribiendo al menos un relato a la semana. Este es de hace de hace algunas semanas. Se llama La visita.

Estaba desayunando a las 12 del mediodía, como es habitual en la rutina diaria de un dramaturgo en paro, cuando llamaron al timbre. No esperaba a nadie, ningún paquete de Amazon y aún faltaban tres meses para Navidad y los inevitables calendarios de los testigos de Jehová. Supuse que sería publicidad. Levanté el teléfono del porterillo, pregunté quién y esperé la típica respuesta mentirosa.

Correo. Nunca rematan con el adjetivo correo comercial, con comercial, pues si bien solemos abrir a los carteros, odiamos que nos llenen los buzones los trabajadores precarios que se dedican a ofrecernos ofertas de supermercado o de agencias inmobiliarias. En esta ocasión no fue ni lo uno ni lo otro. A mi pregunta me respondieron con otra, como si mi interlocutor fuera gallego.

Javier Berger preguntó una voz masculina y juvenil. Sí, soy yo. Respondí dubitativo. Abre, cabrón. Me lanzó directo como si fuera mi mejor amigo. Le di al botón sin temer ninguna sorpresa desagradable. Pensé que era un compañero de clase, un alumno despechado o un viejo colega de trabajo. No sé, esa cordialidad, ese atrevimiento, esa confianza no me hizo sospechar lo que se me venía encima. Después de tantos años en esta profesión uno ha compartido tiempos con tantas personas durante periodos tan breves pero tan intensos que se crean vínculos que parecen imperecederos, pero según acaba la obra del proyecto o la película todos vuelven a ser absolutos desconocidos.

Supuse que sería el caso. Además no tenía nada mejor que hacer. Los tiempos entre proyectos son complicados. Uno se mantiene activo leyendo, mirando películas, escribiendo relatos, colaborando en podcast, pero en el fondo te sientes un farsante al que le han pillado la trampa y que nunca más volverán a llamar. Así que la llegada de alguien que o bien le iba peor o simplemente quería recordar viejos tiempos era un plan bueno para malgastar un miércoles por la mañana.

Andaba haciendo un casting mental de todas las opciones posibles que podría encontrarme tras la puerta cuando la golpearon. Al abrir estaba plantado allí un absoluto desconocido. Se trataba de un hombre de unos 30 años, aunque bien podría tener 50, con una guitarra colgada al hombro y un solo brazo. Y si eso no fuera suficiente no tenía un rostro definido. A ver, tenía un par de ojos, una nariz, una boca, pero no podía decir si los ojos eran grandes o pequeños, si la nariz era aguileña o griega o si la boca era fina o carnosa. Nada.

El rostro estaba allí, sí, pero si dejabas de mirarlo lo olvidabas al momento. No me reconoces, me dijo entrando sin esperar que le invitara a pasar. Mi casa es un piso pequeño, un par de habitaciones y un salón minúsculo. El guitarrista manco entró y miró a su alrededor, soltó un soplido y se dejó caer en el sofá. ¿En este cuchitril vives? Es lo que hay, respondí casi disculpándome. ¿Comprado o alquilado? Comprado. Ahora entiendo. Con lo que escribes no has conseguido nada mejor. ¡Qué mala suerte tengo! ¿No me reconoces? Te recordaría, le dije. ¿Recuerdas una obra de teatro que nunca terminaste de ver?

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