Relatos propios y ajenos

Universidad nacional de lomas de zamora facultad de ciencias sociales universidad de la tercera edad taller de radio operación técnica gabriel gandini dirección general daniela melgar demonios micro programa relatos propios y ajenos la voz de enrique giorgetti y de quien les habla gloria barreiro ya que estábamos en otro momento de radio haciendo lo que nos gusta hola enrique i hola a todos es cierto la verdad que no todo el mundo puede hacer lo que le gusta por suerte nosotros estamos haciendo algo que nos gusta que es hacer radio por eso les voy a compartir un relato propio el gobernador de pie frente a la ventana de la torre más alta de su palacio el gobernador mira la tierra que lo circunda seca resquebrajada una tremenda sequía azota el lugar allá a lo lejos el caserío un pueblo sin agua sin comida muy pobre pero el gobernador eso no le preocupa le preocupan las noticias que corren en el pueblo noticias alarmantes que su sirviente le trae top todos los días con la mirada perdida en la lejanía piensa cómo puede ser posible el pueblo comenta que el mar saldrá de su cauce que los océanos invadirán la tierra el agua lo cubría todo fui a hacer qué haré con mis tesoros mis joyas mi palacio tú tú lo voy a perder digo pensar en algo tengo que encontrar una solución tal vez irme y llevarme todas mis cosas pero adónde el sirviente entra corriendo la torre agitado casi sin aliento señor señor gobernador traigo terribles noticias la gran inundación es inminente señor la gente en el pueblo está desesperada queremos señor tiene que encontrar una solución como nos salvaremos el gobernador de espalda responde tengo que pensar quiere mis tesoros ni oro donde iré el sirviente insiste señor anoche me acerqué al pozo seco ese que está por allá lo recuerda ese pozo que está seco hace tanto tiempo señor gobernador me acerqué porque vi un resplandor salía por debajo de la enorme roca que lo tapa con gran esfuerzo pude correrla para asomarme con cautela me agaché pude ver una larga escalera señor me deslicé bajé muy despacio señor mis ojos no podían creer lo que veían el brillo que era el oro hacia