RELOJ DE ARENA: Sobre el Deseo (20/06/2025)

El deseo, una fuerza invisible, a menudo, incomprendida, que nos mueve sin descanso como un viento que no se ve, pero se siente, nos empuja a alcanzar lo inalcanzable, a querer lo que no tenemos, a imaginar lo que aún no existe.

¿Es el deseo una bendición, un motor vital que nos impulsa hacia el futuro, o es quizás una fuente de sufrimiento, una promesa incumplida que nunca se satisface del todo? Hoy, en Reloj de Arena, exploraremos el deseo a través de las lentes de grandes pensadores, desde la necesidad de lo que nos falta hasta el concepto de deseo como motor de libertad.

¿Qué significa realmente desear? ¿Es una fuerza que nos transforma o una trampa que nos atrapa en la insatisfacción? Bienvenidos a este viaje, un viaje en el que el deseo es la brújula que guía nuestros pasos.

Bienvenidos a Reloj de Arena.

Platón, en su obra El banquete, nos habla del deseo como un impulso fundamental hacia el bien.

Para él, el deseo no es solo una necesidad instintiva o mundana, sino una aspiración hacia lo trascendente.

El deseo de belleza, de amor, de sabiduría, es lo que nos mueve a superar nuestra existencia terrenal y buscar lo eterno, lo perfecto.

Es su concepción, el deseo es el motor del alma, una llamada a recordar lo divino que una vez conocimos, un anhelo que nos impulsa hacia la verdad y la perfección.

Para Platón, desear es una forma de elevarse, de reconocer que a través del amor y la belleza podemos encontrar la esencia del ser.

Para Aristóteles, el deseo está íntimamente ligado con la búsqueda de la felicidad.

En su Ética a Nicómano afirma que todo lo que deseamos, en última instancia, busca el bien, y ese bien es la felicidad.

Pero este deseo no es impulsivo ni arbitrario.

El deseo, para Aristóteles, debe ser guiado por la razón, buscando siempre el equilibrio y la moderación.

El deseo no es simple impulso, sino una aspiración que debe ser cultivada para alcanzar una vida plena.

¿Es una falta que necesitamos llenar, o una fuerza que nos orienta hacia lo que realmente importa? Siguiendo con este concepto, Sigmund Freud nos trae una perspectiva radicalmente diferente.

Para él, el deseo es un impulso primario e inconsciente que se origina en las profundidades de la mente.

El deseo es una de las fuerzas que impulsan nuestra psique, y a menudo no somos plenamente conscientes de ello.

A través del concepto de la represión, Freud explica cómo el deseo puede ser reprimido por la conciencia.