

Description of Repensar la anarquia Carlos Taibo
sistimos a un visible renacimiento del pensamiento libertario que tanto le debe a la quiebra de la socialdemocracia y de los modelos del socialismo real como a la certificación de que el capitalismo se está adentrando en una fase de corrosión terminal que acerca el momento del colapso. En este volumen se examinan muchos de los debates de los que participan los libertarios contemporáneos, y al respecto se estudian, con vocación no dogmática, la propuesta teórica del anarquismo, su crítica de la democracia liberal y su defensa de la democracia y la acción directas, la contestación del Estado y del capitalismo, la apuesta por la gestación de espacios de autonomía autogestionados y desmercantilizados, o la relación del mundo libertario con el feminismo, el ecologismo, el antimilitarismo y las luchas solidarias.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Cuando tengo que hablar sobre ese libro, Repensar la Anarquía, suelo empezar recordando una anécdota. Hace bastantes años estaba un buen día en compañía de dos profesores de ciencia política y en un momento determinado empezaron a discutir sobre el programa de una asignatura que se llamaba Ideologías Políticas Contemporáneas y uno de ellos dijo que no correspondía incluir el anarquismo en ese programa toda vez que el anarquismo no era una ideología política contemporánea.
Yo que no participaba de la discusión me sentí repentinamente obligado a intervenir y dije que estaba de acuerdo, que entendía que el anarquismo era más bien una ideología política del futuro o al menos que lo es a los ojos de las personas que piensan que el capitalismo se va adentrando a marchas forzadas en una etapa de corrosión terminal que nos conduce mucho antes de lo que algunos puedan pensar a un colapso del sistema. Algo que desde mi percepción rebrota hacia la actualidad la vieja perspectiva de la autoorganización de las sociedades desde abajo, desde la autogestión, desde la horizontalidad, desde los principios clásicos del pensamiento libertario.
¿Cuál es la primera observación que quiero haceros para apuntalar esta tesis inicial? Ya sé que la distinción terminológica que os propongo es discutible. Subrayaré que no me interesan tanto los términos que voy a utilizar como las realidades que pretenden retratar. En el uso habitual en el castellano peninsular los adjetivos anarquista y libertario son sinónimos casi perfectos. Si alguien habla del movimiento anarquista en Navarra está hablando también del movimiento libertario en Navarra y viceversa.
Me interesa sin embargo escarbar en las posibilidades que se derivan de eso de que sean sinónimos casi perfectos. Aunque sé que fuerzo un poco el argumento, sobreentenderé que un anarquista es alguien que ha leído a Bakunin, a Kropotkin y a Malatesta y que mal que bien se adhiere a las ideas correspondientes. Son lecturas muy recomendables pero me interesa más la perspectiva que asocio con el segundo adjetivo libertario.
Sobreentenderé de nuevo que un libertario es alguien que en su vida cotidiana apuesta por la asamblea, la autogestión, la democracia y la acción directas haya leído o no que esto importa poco a Bakunin, a Kropotkin y a Malatesta. A mi entender en los últimos años y entre nosotros se ha producido un visible auge de las prácticas libertarias que no necesariamente se ha visto acompañado de un auge paralelo de las organizaciones identitariamente anarquistas. Intento explicar esto de la mano de un ejemplo de nuevo casi personal.
Hace cuatro años colgué en la red un texto en el que mal que bien reivindicaba la creación de una nueva organización libertaria. Ese texto surgía de una reflexión sobre lo que ocurre en mi universidad, la Autónoma de Madrid. Si alguien me hubiese preguntado entonces, o me preguntase ahora porque el escenario no ha cambiado mucho, ¿cuál es la presencia libertaria o anarquista en mi universidad? Yo habría respondido que se reducía a un grupo muy moritorio que todos los años organiza en una de las facultades de ciencias unas jornadas libertarias a las que acuden 20, 30, 40 personas.
Yo partía de la certeza de que en mi universidad los libertarios eran mucho más numerosos que lo que se derivaba de focalizar la atención en ese pequeño grupo y en esas meritorias jornadas. Y que merecía la pena hacer un esfuerzo para intentar acercar a tantos libertarios como, pese a las apariencias, hay por ahí. Es cierto que cuatro meses después llegó el 15-M e hizo que mi artículo quedase visiblemente trasnochado.
A mi entender era claramente preferible la adopción de muchas de esas prácticas libertarias en las plazas y en las calles con las limitaciones que queramos.
Tengo hoy la impresión, sin embargo, de que algo de aquel artículo recupera actualidad en la medida en que el escenario presente, por la represión, por el hechizo que a los ojos de muchas gentes tienen las opciones electoral instituciones, electoral institucional y, en fin, por la conciencia de lo que significa el colapso, obliga a llegar esfuerzos desde la perspectiva libertaria amplia que acabo de retratar. Al margen de lo anterior, mi invitación es a desacralizar palabras como la palabra anarquismo. Siempre que me refiero a esto...