Retiro de Cuaresma 15-3-2025. Meditación 1

Y les trataron efectivamente como un humano de obra de arte, o lo que se quiera decir.

Entonces, sabemos bien que los ejipcios no sólo vinieron, sino que efectivamente les trataron la vida de dos hijaritas como nada, y esa historia, el horror y el drama, la hace Moisés.

Moisés, que significa el ejipcio sacado de entre las aguas, es criado en la nobleza de aquí, del pueblo de Egipto, ve como primero a uno de sus hermanos, el más grande ejipcio, y tiene que huir. Y huye a su tierra, donde había nacido, y conoce la Sierra Norte, y se dedica a trabajar para su suegra, que llamaba a Cetrón y le da esa pelota en la pierna.

Es decir, que abandona su pueblo, abandona su tierra. Va a un sitio desconocido, con un dios desconocido. Pues, el bueno de Moisés, se acaba de casar, está cerrado de su tierra, y se viene de casa, en su trabajo. De repente, Dios le sale de su tierra.

Todos sabemos un poco de la historia del zar también, pero muchas veces nos damos la cuenta de que es lo binario, incluso lo más inesperado, la ocasión menos posible para Dios frente a venir, es positivamente feliz. Empiezo mi historia de la salvación en el momento.

En el margen de la zarta, que a mí no se consume, podemos interpretarla de estas siguientes maneras.

Por si os ayuda, considerar que los signos siempre apuntan más allá de lo que son.

La zarta realmente, claro, es un milagro, pero lo que viene a significar, primero, creo yo, la mínima esencia de Dios, el eterno, el que no se consume, el que siempre ha de crecer.

Y el día de hoy, ante esto, podemos quedarnos contemplando un poquito el misterio de Dios.

Pero aparte, esta es la manera que Dios tiene de relacionarse con nosotros.

A través de un signo, nos muestra su permanencia, su constancia, el amor, y su juego no con su iluminación.

Esta es la relación que quiere Dios con nosotros, revelarse a sí mismo en su misterio y que nosotros no contemplemos.

También es muy bonito, por mi interpretación, que esta zarta viente, viene a ser la venida aquí.

Que al viéndolo, en el amor divino, no se consume.

Porque Dios no viene a quitar nada del humano, sino que viene a dar su felicidad.

No podemos detener la zarta, pero vamos a continuar.

Moisés reconoce, no solo el milagro, sino que efectivamente, aquí está viendo lo importante, en su historia.

Esto va a ser un punto de reflexión, ¿no? Y por eso, él se queda contemplando y se queda atentado, ¿no? Y tiene como, quizás, algo que puede sentir que está pasando, ¿no? Muchas veces, lo que nos puede pasar, digamos que podemos buscar milagros, pero tampoco podemos estar contra la verdad.

Ojalá en este mundo, como nosotros vivimos con nuestro desánimo, nunca dejemos que se señite por la búsqueda de la verdad.

Porque Dios no se desviva, nunca, de la verdad, de la verdad, de la belleza.

Y lo que está ahí, es en el momento en que percasa.

No de cualquier manera, hombre.

Porque Dios le llama con su nombre, ¿no? Moisés, Moisés.

Y él respondió, aquí estoy.

Esta es una disposición que el hombre tiene ante Dios.

No podemos ser indiferentes ante la llamada de Dios en nuestro historia, en nuestros próximos días, en nuestro día a día.

Dios nos llama, y podemos responder aquí todo, o huir, como haría Colás.

Pues mirad, aquí creo que nos da el Señor una manera de acercarnos.

Ante su presencia, ante su misterio.

Dice, no te atrevas, quítate las manos de los pies, pues el sitio en que vistas, estará en vos al lado.

Esto debe tener un poco de jacuna, y aquí va a tener que convencer todo.

Pero Dios no se encarga de carrascar, en el sentido del casco.

Es decir, para un muy buen casco que lleve, es que va a tener que ver con su alma.

Y pisa eso ahí, por favor.