Reto Bradbury - Decimoctava semana -- La otra guerra

La otra guerra una ucronía bélica por ludo bermejo la rata avanzada de prisa por el paseo del prado a su alrededor se extendía una ciudad nocturna en la que nadie dormía el animal se desplazaba con cuidado pero sin miedo era una rata ya vieja costrosa con los ojos casi ciegos y las orejas mutiladas por trifón colchas antiguas refugiada bajo un cúmulo de escombros observó sus familias en otros tiempos se habría preocupado por los gatos pero esas bestias habían desaparecido como también lo había hecho la comida ahora ya sólo quedaba un hambre atroz que no la dejaba pensar en otra cosa que no fuera conseguir alimento así que cuando olfateó el olor de la carroña su mente de minuta no dudó en avanzar hasta el centro del paseo sobre las losas desnudas con la cabeza mutilada por un disparo descansaba un hombre muerto la rata se acercó al cadáver sin preocuparse por las vibraciones que sacudían las baldosas estaba demasiado hambrienta demasiado desesperada por hincar los colmillos en esa carne apestosa no prestaba atención al estruendo metálico tampoco la luz que de las sombras el cuerpo tendido para mostrar un uniforme repuso licano sólo después de tragar el primer bocado sintió el vértigo esa sensación en las tripas que le gritaba que debía escapar y refugiarse desaparecer pero ya era demasiado tarde con un crujido atroz las orugas son tan que aplastaron su cuerpecillo junto al del cadáver lo último que vio antes de desaparecer una bandera con un círculo blanco sobre fondo rojo en el centro de ese círculo una esvástica the estrógeno el ejército alemán llegaba la fuente de la vélez el sótano apestaba serrín divino derramado aquel olor debería haberle revuelto las tripas pero ya estaba acostumbrada a reunirse en lugares como aquellos alejados del público sencillamente abandonados pero que tengan algo para comer murmuró antes de bajar las escaleras hacia la oscuridad tú quién coño eres la pacheco desde las sombras acompañada del chasquido de un arma con deliberada lentitud termina de bajar las escaleras mientras alzaba las manos ana lópez gallego anita del sector de san martín me envía el partido eso lo veremos respondió el agua entre las sombras emergió la figura de un hombre pequeño calvo con el rostro cetrino y un mostacho desfasado bestia en mangas de camisa y le apuntaba con un olor que había vivido mejores días detuvo a dos pasos de distancia la miró de arriba abajo y después se encogió de hombros así que ahora envían cabalistas hacer el trabajo de los hombres bueno anita inclinó la cabeza para mirar a los ojos del desconocido también a enanos así que deben estar desesperados un silencio apelmazado sexo extendió por el sótano pero anita no se amedrentó ya había pasado por mucho y perdido demasiado como para que alguien ahora dudara de su valía durante unos segundos el hombre mantuvo la pistola apuntando a su cabeza entonces un coro de risas estalló a su alrededor perfecto cuidado que la muchacha todo había te arranca la cabeza la cabeza o la apoya o las dos gutiérrez el hombre del bigote saltó por fin una receta meneó la cabeza y bajó el arma todas a tomar por culo encantado de conocerla anita parece que los tiene bien puestos eso es bueno nos vendrá bien para la que se avecina una bombilla patéticas se encendió para revelar las tinieblas el sótano además del tal gutierre allí había otras cuatro personas tres varones vestidos con andrajos y una mujer a la que anita reconoció al momento porque la había admirado durante toda su vida primero antes del conflicto cuando entró a formar parte del comité central la primera mujer en conseguirlo después durante la guerra inmortalizada en carteles con sus frases favoritas no pasarán al finalizar la contienda en las noticias cuando sugirió a fusilar a la cúpula militar retirado