Hay muchas personas que quieren cambiar, y ser más organizadas, escuchar más, aprender inglés o comer más sano, y sin embargo nunca llegan a hacerlo. Y esto a menudo pasa porque proyectan el cambio de forma demasiado genérica. Para evitar que esto suceda, es muy eficaz empezar con pequeños pasos, para sentir que somos más capaces y empezar a actuar antes de caer en el análisis-parálisis o en la procrastinación. Por eso hoy te propongo un pequeño ladrillo en toda la casa de tus sueños: un simple gesto que puede marcar la diferencia. Te propongo la herramienta: Retrato de la mejor versión de ti mism@. Apunta en una hoja el retrato de la mejor versión de ti mismo, la más excelente. Descríbete. No se trata de que inventes una personalidad nueva para ti, sino de que imagines la mejor versión de ti mismo desde cualidades reales que ya tienes. Por ejemplo, supongamos que hay una parte de ti brillante y apasionada que sólo muestras a veces, pero consideras que forma parte de tu retrato de la excelencia, pues anótala. Y si hay una parte de ti que a veces se frustra o se deprime, no la anotes si no quieres explotar esa parte, o resérvala para momentos muy extremos donde tenga sentido canalizar esas emociones negativas. Mañana conviértete en esa persona por un día. Interpreta el personaje. Céntrate sólo en hacerlo bien ese día. Despiértate con energía, desayuna fuerte, sal a correr 15 minutos, escucha a tus hijos mientras les llevas al colegio, saluda con una sonrisa a tus compañeros de oficina, empieza a trabajar en lo más difícil al principio, sé participativo en las reuniones, llama a alguien a quien querías llamar hace tiempo… Sin buscar la perfección ni solucionar tu vida en un día, simplemente céntrate más en ser excelente que en acabar todo. No se trata de que te centres en la perfección de los resultados sino en la excelencia de tu comportamiento, que es el primer paso para cambiar tus resultados. Porque aunque Aristóteles decía que “la excelencia no es un acto, sino un hábito”, los hábitos se construyen acto a acto, y a veces dar un primer paso ayuda a romper la barrera de los miedos, la pereza o las excusas. Y una vez se hace un día, uno piensa: “si he sido capaz de hacerlo un día, ¿por qué no voy a poder hacerlo así todos los días? Te animo a que lo pruebes por un día y si te sientes bien y te funciona, pases a repetirlo cada día como si fuera el único, para que con el tiempo, y a base de forjar un hábito, dejes de procrastinar tu felicidad y tu excelencia a un mañana que nunca llega. - La Caja de Herramientas del Coaching en Capital Bussiness Radio: (también puedes escuchar el Podcast y suscribirte en esta web, en iTunes y en iVoox)
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