Ríos de memoria, ecos del futuro

La energía de las personas un podcast de capital en años sesenta comarca del bajo cinca en zaragoza un grupo de niños corre por las estrechas calles de mequinenza las casas trepan por la pendiente de un cerro presidido por el majestuoso castillo gótico de la localidad a los pies del pueblo el río abraza los campos de cultivos y las viviendas con su rumor constante los niños dan patadas a un balón tratando de emular a los grandes jugadores del momento jugábamos con todos los niños de aquí nos lo pasábamos de perlas jugábamos al fútbol pues corríamos los tuyos para aquí para allá cincuenta críos corriendo por un lado para otro como locos detrás de una pelota es verano y cuando cae la noche el lugar invita a vivir momentos mágicos a la luz de la luna los adultos salen el fresco a pasar el rato todas las noches de verano se bajaban con unas sillas se sentaban aquí pues los críos nos sentamos al lado de algún abuelo que contaba historias contado historias de guerra las historias del castillo y de la leyenda del castillo luego con el susto aún en el cuerpo algunos de los pequeños se atreven a cruzar por una estrecha y oscura calle junto a la iglesia que encierra miedos ancestrales había un callejón que le llamaban calle las brujas no había luz en este callejón había una luz en esa esquina ida pero que no iluminaba nada cuando alguien se quería apuntar con tu colla de amigos con tu pues entonces le decía pero tienes que subir por la calle de las brujas de noche las jornadas transcurren tranquilas y sin contratiempos en este pueblo aragonés de casi seis mil habitantes en esta época al borde del límite con cataluña un pueblo lleno de productivas minas de carbón en la confluencia de tres ríos cinca segre y el ebro el agua que rodea mequinenza es su seña de identidad y su fuente de vida pero esa misma agua se convertirá en el peor enemigo del pueblo hasta el punto de hacerlo desaparecer me llamo bautista el droga soy nacido aquí en mi casa no existe pero si existe todavía el sitio donde nací tengo setenta y uno años y somos de los últimos que todavía conservamos esa ese alma del pueblo viejo el rostro de bautista dibuja un gesto triste cuando pasea por las ruinas de su pueblo natal de la antigua mequinenza apenas quedan varios conjuntos de piedras donde antes había casas aunque aún se pueden intuir algunas calles y la iglesia conserva de manera casi quimérica varias de sus paredes aquí había una muralla estas escalerillas subían de esta calle de abajo a la calle de arriba y aquí había una muralla y esa era mi calle bautista estaba dejando atrás la adolescencia cuando tuvo que coger las maletas con su familia y abandonar el pueblo fue a finales de los sesenta cuando la construcción del embalse de ribarroja obligó al desalojo de los vecinos pero la batalla había comenzado varios años atrás cuando se conoció el proyecto que amenazaba con dejar bajo las aguas muchas de las explotaciones agrícolas y buena parte de las casas de la localidad la idea primera era de que la cota llegaría a los setenta y cinco metros al final se que en setenta el número inicial de casas afectadas se redujo pero mequinenza veía difícil su supervivencia la empresa solamente quería expropiar las viviendas que la empresa ocupaba por la cuota que los iban a inundar a esta gente nos vamos a indemnizar les daremos las casas donde está ahora al pueblo actual esto fue su primera su primera idea y el ayuntamiento dijo pero tenéis que dar un plan alternativo esto no no podemos separar el pueblo en dos y dejar a los demás aquí comenzaron así varios años de negociación y de tensión entonces dijeron vamos a proponer otras cosas mira sabéis que de momento vamos a hacer esto y si queréis pues