Robos sobre la marcha, tigres que bucean y el truco trato de Halloween

Disfruta con Víctor Alvarado y su equipo de lo mejor del cine, Directo a las Estrellas.

Hola, soy Fernando Tejero y os mando un beso muy fuerte a todos los oyentes de Directo a las Estrellas.

Chao, se los quiere, chao.

Silencios que matan no es la parte de una conocida canción, sino el título de una novela del guionista Jordan Harper, publicizada como Los Ángeles Confidencial del siglo XXI.

Un escritor recordado por su trabajo en series como El Mentalista, Shields o Godhand.

Silencios que matan tiene esa parte de bestseller que saca de quicio porque intenta acelerar la historia de forma artificial.

Esta historia ha sido editada por Salamandra y viene avalada por el premio Ian Fleming Steel Dagger, en la que se denuncian varios temas oscuros del Hollywood que todos conocemos a través del cine y las noticias, donde Mae y Chris será un tándem que tendrá que poner todo en el asador para, lavando y guardando la ropa, descubrir qué se esconde detrás del asesinato de su jefe Dan Henning.

Esta novela negra, con algún que otro altibajo de muy pocas páginas, te atrapa de principio a fin con giros que sorprenden al lector.

Jordan Harper, a mi juicio, bebe de las fuentes de John Grisham, aunque este es más crudo y explícito y los planteamientos de ciertos temas nos parecen algo más poéticos y con muy buenas frases.

Y es que Jordan Harper desde luego se ve que sabe colar esas frases con las que captar la atención del lector, donde aparecen cameos muy divertidos como cuando Ryan Gosling se cruza por un lado de la protagonista y ella coquetea con el pelo hasta darse cuenta de la tontería que está haciendo, o ese momento en el que aparece Sandra Bullock, mi actriz favorita.

Es una novela en la que algunos personajes intentan sobrevivir como cuando aparece ese ex drogadicto que dice que sólo quiere ser libre y estar limpio.

El escritor juega razonablemente bien con las palabras con frases cargadas de significado, como una que dice, ya he hablado con una chica mona que no sabe dónde se mete, en cambio tú eres una chica mona que parece saber exactamente dónde se ha metido.

Y es que la protagonista, con muchas aristas, intenta redimirse, pues trabaja de asistente de actores, es decir, de comedora de marrones, con reflexiones certeras.

Como cuando dice, en el mundillo de Hollywood, un hombre que se cae por un precipicio puede volver hasta la cima y se le tenderá la mano para ponerla a salvo, pero, como sea mujer, no hay nada que hacer.

No hay nada que hacer.

Si se aferra con uñas y dientes a un acantilado, habrá quien le pisotee los dedos.

Este asistente te ayuda a conocer lugares tan peculiares como un rincón especial, es decir, la llorería, donde algunas mujeres, algunas actrices escondidas, lloran para no mostrar la debilidad delante de personas que no les tratan bien.

La novela A, entre investigación y descubrimiento desagradable, está muy bien hilada y opta por la prosa poética como cuando se encuentra a un profeta vagamundo y dice, se ve los labios moviéndose al compás de las sagradas escrituras, trata de imaginar qué le diría Dios si lo viera, pero una cacofonía de cláxones le impide pensar en lo que en algunos momentos sus pecadores personajes encomiendan a Dios y sienten que les habla a través de la conciencia.

También hay lugar para esa crítica al cine de Hollywood supuestamente progresista como cuando su amiga del alma, personaje fiel, le habla con sinceridad.

Bueno, si sirve para regalar al mundo otro prestigioso drama de tintes ecológicos sin pizca de humor, habrá valido la pena.

Y responde ella, jajaja, ríete todo lo que quieras, la industria del cine se ha ido a tomar por puntos suspensivos.

Finalmente nos quedamos con este arranque que desde luego promete y vaya que sí promete.

Los Ángeles está que arde.

Algún tarado va por ahí prendiendo fuego los campamentos donde malviven indigentes.

Mae da vueltas en la acera como un boxeador antes del combate.

Tiene facciones angulosas que le prestan cierto aire intelectual y el rostro enmarcado por una melena corta a lo Louis Vuitton.