

Description of Romance ´El rey moro´
Conjunto de romances anónimos recogidos por Amelia Peco de su familia en Madrigalejo, que fueron transmitidos a base de ser cantados y repetidos de unos lugares a otros.
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Estás escuchando Flor de Romances, una sección de Ateneo de Saberes con la colaboración de Amelia Peco, poeta y recitadora, capaz de susurrar con su verbo sensaciones epico-líricas del romancero tradicional.
Este romance se titula El Rey Moro.
Probablemente es uno de los romances recogidos en Madrid Galejo realmente crueles. Escúchenlo.
El Rey Moro tenía tres hijas, más hermosas que la plata, y a la más chiquerretita, Delgadina, la llamaban.
Estando un día en la mesa, su padre el rey la miraba.
¿Qué me mira usted mi padre? Hija, no te miro nada, que dentro de pocos días vas a ser mi enamorada.
No lo querrá Dios del cielo ni la reina soberana, que un padre tenga tres hijas y yo sea su enamorada.
Alto, alto, caballero, a Delgadina encerradla en el cuarto más oscuro que en todo el palacio haya.
Darle a comer carne de perro salada y de beber el zumo de la retama.
A los tres o cuatro días se ha asomado a una ventana y ha visto a sus hermanitos jugando a juegos de caña.
Hermano, por ser mi hermano, por Dios una gota de agua, que el alma la tengo seca y el corazón se me abraza.
Yo te la daría mi vida, yo te la daría mi hermana.
Si padre rey se enterara, la cabeza me cortara.
Y Delgadina se fue, muy triste y desconsolada.
Con lágrimas en los ojos toda la sala llenaba.
A los tres o cuatro días se ha asomado a otra ventana y ha visto a sus hermanas bordando ricas toallas.
Hermano, por ser mi hermano, por Dios una gota de agua, que el alma la tengo seca y el corazón se me abraza.
Yo te la daría mi vida, yo te la daría mi hermana.
Si padre rey se enterara, la cabeza me cortara.
Y Delgadina se fue, muy triste y desconsolada.
Con lágrimas en los ojos toda la sala bañada.
A los tres o cuatro días se ha asomado a otra ventana y ha visto a su madre reina peinándose ricas canas.
Ay madre, por ser mi madre, por Dios una gota de agua, que el alma la tengo seca y el corazón se me abraza.
Anda ya, asoma la hija, que me tienes mal casada.
Y Delgadina se fue, muy triste y desconsolada.
Con lágrimas en los ojos toda la sala bañada.
A los tres o cuatro días se ha asomado a otra ventana y ha visto a su padre rey sentado en sillón de plata.
Ay padre, por ser mi padre, por Dios una gota de agua, que el alma la tengo seca y el corazón se me abraza.
Si tuviera que un puñal desde aquí te lo tirara.
Y Delgadina al oír esto ha caído desmayada.
Y el rey al verla caer.
Alto, alto caballero, a Delgadina dar agua.
Unos en jarrón de oro, otros en jarrón de plata.
Y para el último que llegue la horca está preparada.
Desde el cielo hubo una voz que decía, ya no le hace falta agua, que se la está dando un ángel en copa muy resalada.
Los romances que iremos escuchando se ofrecerán cantados en diferentes versiones por algunas mujeres de Madrigalejo.
Ellas trataron de recordar los viejos romances aprendidos de una generación a otra dentro del entorno familiar.
Algunas de aquellas canciones