
Rubén Díaz Caviedes sobre la gentrificación rural

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Vecino de Ruiloba, el periodista describe cómo el proceso de gentrificación en su pueblo ya se puede dar por consumado
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Por último, al desahogo, que no te tenemos siempre tan a mano, pues desahogo de algo de lo que quieras hablar tú, de cómo está tu zona por el turismo, de, yo qué sé, de cómo estás viviendo los temas de memoria histórica de Santander en general, o en la vida en general, o de algo que te escueza y digas, mira, es que si no lo digo reviento.
Uy, pues mira, vamos a hablar de mi pueblo, que es un pueblo muy chiquitito.
Yo vivo en Ruilova, y sí, como has dicho, Ruilova está, tiene un, en fin, Ruilova está sufriendo una gentrificación atroz, atroz.
Y yo nací en Ruilova, yo vivo en Ruilova, tengo la gran suerte de vivir en Ruilova, que como quien vive en Treceño y como quien vive en Bodeguarnizo, no es ni más ni menos.
Pero hoy en día Ruilova se ha puesto como muy de moda entre los turistas particularmente, los veraneantes que vienen de la zona de Madrid particularmente.
Lo que llamamos papardos nosotros en tal.
A veces de forma despectiva, a veces no, que no se ofenda a nadie.
Y sufre un proceso de gentrificación, bueno, yo creo que ya está consumado realmente, no quiero pecar de pesimismo, tema pesimista, pero a veces en el pueblo, perdón, mantenemos conversaciones de, uy, Ruilova, ¿va a acabar esto? Y yo siempre pienso, no, ya se ha acabado, ya realmente hemos llegado a ese punto en el que hemos alcanzado la disfuncionalidad, digamos, en el que ya no hay un, ya no hay gente de mediana edad, por ejemplo, ya no hay negocios, no hay, prácticamente no hay una economía local.
Antes, cuando yo era niño, pues había un barbero, un supermercado, ya no hay nada, hay un par de bares y ya está.
Y sí, es doloroso de ver.
Y a veces es doloroso de ver porque encima es una zona rural y no todo el mundo está al corriente, ni siquiera de la palabra gentrificación, que a mí es algo que me llama la atención.
Yo cada vez que hablo de esto en Ruilova, todo el mundo lo ponemos con palabras y hablamos de ello de forma muy intuitiva, pero cuando dices la palabra gentrificación, mucha gente que está sufriendo un proceso de, que está siendo víctima de esta gentrificación, no conoce ni siquiera la palabra.
Y el otro día, sí.
Los que conocen lo que hacemos a lo urbano, muchas veces no tanto a lo rural.
Ahí está, es que yo a veces me desespero porque el otro día hubo una gran huelga a nivel nacional, como sabemos todos, para luchar contra el rentismo y con todo este tipo de cosas, y hablaba una persona, una mujer, que era la portavoz a escala nacional, y repetía el eslogan que era, no me acuerdo cómo exactamente, pero hablaba exclusivamente de nuestros pueblos y ciudades, nuestros barrios y ciudades.
Pero no mencionaba a los pueblos de ninguna manera.
Y yo me quedé diciendo, Jorín, pero los pueblos, es que somos el 99,9% del suelo, somos los pueblos, no se puede, no se puede abandonar esto y amar los pueblos, estamos, estamos indefensos, somos sitios muy chiquititos, con muy pocos vecinos, donde, donde se hace y se deshace a gusto de todos.
Y es muy desesperante, realmente, porque dices, ni las víctimas, sabemos lo que está pasando muchas veces, ni las personas que están en la defensa de esta guerra, que están en la primera línea de frente, nos tienen en cuenta, ni nada.
Así que sí, esto es un, en fin, es un, me has pedido que me queje y yo me quejo.
No creo que tenga mucha solución esto, pero bueno.
Está ya consumado, claro, es que, además, quiero decir, allí es un, o sea, el formato es segunda residencias o residencias esporádicas por turismo, digamos, BNM, o como se diga en rural.
No, y en rural particularmente lo que se estila mucho son casas enormes de, bueno, de familias y de gente muy, muy pudiente.
Hay que pensar ahí un poco como una pequeña moraleja.
Apellidos muy conocidos, familias históricas de este país, gente que tiene a padres en el Generalato y abuelos en el Consejo de Ministros Sanfoso XIII.
Y hablamos de este tipo de nivel y sobre todo de, joder, de apellidos muy conocidos.
Entonces, no quiero decir ninguno porque me parece feo, pero, no sé, es una lástima, es doloroso de ver, es doloroso de ver.
Quiero decir, o sea, tal es como lo explicas, tal es como se describe, o sea, que va muy contra los lazos.
Porque, yo no sé, uno piensa en lo que antes parecía una veración, que era el mundo noja, etcétera.
Y por lo menos allí son siempre los mismos verano tras verano, son casas normales y por lo menos allá había vecinos habituales que se veían por lo menos de mayo a septiembre.
Pero esto ya es como otra cosa, esto es como un lugar.
No, no, y a lo mejor estoy contándolo yo, ¿vale? No quiero que se ofenda nadie, esto no, la molestia no es que venga nadie, solo faltábamos.
El problema es que la gente del pueblo no puede comprar en el pueblo.
No puede comprar, pero ni por asomo, este es el problema.
Y llega un momento en el que el suelo, ¿vale? Tanto ya ha llegado hace mucho tiempo, en el que no se puede ni siquiera heredar.
Si tú tienes una pequeña casita en Rulova, que es la de tus abuelos y tus antepasados y tal, y tienes ahora mismo, pongamos, tres hijos, y esa casa vale, pongamos, por ejemplo, 300.000 euros según las leyes de la compraventa y de la oferta y es un precio, créeme, muy habitual en Rulova, y tus tres hijos lo heredan, no pueden heredar, no hay ninguno que tenga la capacidad adquisitiva de pagar 200.000 euros a sus hermanos para quedarse.
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