
Sábado 15 de marzo – Mateo 5, 43-48. Sed perfectos como vuestro Padre celestial.

Description of Sábado 15 de marzo – Mateo 5, 43-48. Sed perfectos como vuestro Padre celestial.
Meditación del día 15 de marzo de 2025 Palabra de Vida
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Sed perfectos como vuestro Padre Celestial. Uno escucha esta frase y dice ¡ah, esto es imposible! ¿Cómo voy a ser perfecto como es mi Padre Celestial si Él es un espíritu puro, eterno? Yo soy un pobre hombre de barro de la tierra. Pero efectivamente, es verdad que nosotros no podemos ser perfectos en cuanto a la naturaleza humana. Primero porque está herida, por el pecado original, y en segundo lugar porque es una naturaleza física, tiene una dimensión espiritual pero también física, y por tanto somos limitados.
No tenemos que ser perfectos en cuanto a la infinitud y al pleno poder, sino podríamos ser perfectos en cuanto al amor. Es decir, el amor que hay en Dios puede suceder en mí. Y por tanto, cuando Jesús dice a sus discípulos sed perfectos como vuestro Padre Celestial, lo que está diciendo es hay algo de vuestro Padre Celestial que puede estar en vosotros, y es que os dejéis querer por Él.
Esto se llama la filiación divina. ¿Y qué significa la filiación divina? La clara conciencia de que yo soy de Dios, que Él me ha llamado a la existencia, que Él es más Padre que mi padre y que mi madre, porque Él ha invertido en mí tanto más, bueno, infinitamente más, que cualquier ser humano ha podido invertir en mí. Que Él me ha llamado a la existencia por un deseo suyo, me ha llamado de sus gracias, me ha dado la vida sobrenatural e indirectamente, por supuesto, también la natural.
Y por tanto, ser creyente, ser discípulo de Jesús, es saber ser hijo. Dejarse amar, lo más importante. Saber confiar, también lo más importante. Compartir un patrimonio común. Igual que los padres comparten su patrimonio con los hijos, esta casa, o este lugar, esta huerta, o este campo, o aunque sea este sofá. Lo mío es tuyo, hijo, y todo lo que yo tengo es para que tú lo disfrutes.
Entonces, te das cuenta que a veces nos comportamos con Dios como siervos y no como hijos. El siervo va por el salario, el siervo, bueno, espera que le recompensen y sacar un beneficio del hijo. Dices, pues es que no se trata de un salario, se trata de que es la familia y que son cosas nuestras, que nos afectan a todos los de casa, y eso es bonito.
Y es muy importante ese ser perfectos en la filiación divina. ¿En qué sentido? En que yo cada día me deje querer más por Dios, sea más consciente, y sobre todo, aprenda a confiar. A pesar de mis miedos, a pesar de mis inseguridades, sé que mi padre no me va a fallar. Un niño pequeño cuando tiene un problema que dice papá, mamá, y saben que ahí está la respuesta a todas sus preocupaciones, porque ellos se van a ocupar.
Ellos van a intervenir, como es lógico. Y esa es nuestra actitud. No podemos ser perfectos en las obras si podemos ser perfectos en el amor en cuanto que la perfección del amor de Dios, el amor del Padre, sucede en mí. Es realmente algo que me define porque soy amado de él y quiero recibir ese amor y que suceda dentro de mí.