Sábado 8 de febrero - Marcos 6, 30‐34. Andaban como ovejas que no tienen pastor.

Andaban como ovejas que no tienen pastor. El Señor ha querido vincular la vida de algunos
seres. Habla Jesús de las ovejas que necesitan un pastor. Pero sobre todo los seres humanos,
la vida está vinculada a otros. Y de hecho, desde que nacemos dependemos de una madre,
dependemos de un padre, dependemos de una familia, dependemos de una comunidad que nos
dan, nos transmiten la sabiduría, su experiencia y nos ayudan a no perdernos, a no extraviarnos,
a no destruirnos. Y efectivamente la humanidad necesita guías, la humanidad necesita líderes.
Hablando en lenguaje espiritual, la humanidad necesita pastores. Pastores que sean imagen
del único pastor que es Cristo y pastores que nos guíen con claridad hacia aquello que
nos conduce al cielo. Tal vez, fijaos, uno de los grandes pecados que tengamos los pastores
actuales, y empiezo hablando de mí, es que no seamos lo suficientemente valientes para
decir las cosas que a lo mejor son poco correctas. Hay que decirlas con cariño, no hay que decirlas
acusando o culpabilizando a nadie, no hay que convertirse en enemigo de nadie, pero
tenemos todo el derecho y todo el deber de decir a aquellos que pueden depender de nosotros
lo que les hace daño, lo que les hace bien y lo que les hace mal. También, por supuesto,
son pastores los padres o los abuelos respecto a sus hijos o a sus nietos, como pueden ser
pastores los buenos profesores que educan también la mente de sus alumnos. Pero no podemos hacer
una dejación de nuestras obligaciones, por comodidad no. Yo no digo nada y así soy políticamente
correcto y que hago bien a todo el mundo. Yo creo que eso es un error gravísimo que
nace de la comodidad y del miedo a ser despreciado por los hombres, pero no el miedo a no ser
aceptado por Dios. Y por eso, pensemos, somos personas que vivimos en la verdad, con humildad,
la verdad no se impone, la verdad no se puede obligar, pero se puede decir. Y en ese sentido
somos capaces de dar luz, de dar unos principios de vida, unos principios rectores para los que
a lo mejor nos miran como un punto de referencia. Esto es importantísimo, porque si no, al final,
vuestros hijos, vuestros nietos, hablarán como ovejas en pastor. Y repito que cada uno tendrá,
y sobre todo los sacerdotes, tendremos que rendir cuentas a Dios de cómo hemos sido pastores de
nuestro pueblo y si hemos sabido apacentarlos con ciencia, con experiencia, con valentía,
que vemos venir los lobos y no hemos huido. ¿Y cuáles son los lobos? Los que amenazan con
el desprestigio, que no vas a gustar a la gente, que vas a caer mal. Bueno, pues que nos muerdan,
si entra dentro del oficio que asumimos. En todo caso, no podemos permitir que los que dependen
de nosotros anden como ovejas en pastor. Piénsalo. ¿Quién puede depender de mí? ¿A quién le puedo
yo instruir? ¿Con quién puedo ser un punto de referencia? A lo mejor los más jóvenes incluso
con vuestros amigos de la universidad o del colegio. Sois un punto de referencia y tenéis
que ser pastor que guía a las ovejas.