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By MasterChief Chernóbil Relatos Sexuales Liberales
Sala de lactancia. L

Sala de lactancia. L

2/3/2025 · 25:56
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Description of Sala de lactancia. L

Sala de lactancia.

En el sitio menos pensado conozco a una chica que lleva el mismo uniforme que usaba yo al final del instituto. En mi época c.o.u. Además de empezar con ella un juego de seducción muy excitante.

Gracias por estar en sintonia si aun no estás suscrito te invito a hacerlo y no te pierdas ninguno de nuestros episodios.
haora asi comensemos......

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Gracias por estar en sintonía si aún no estás suscrito te invito a hacerlo y no te pierdas
ninguno de nuestros episodios. Ahora así comencemos. Sala de lactancia.
En el sitio menos pensado conozco a una chica que lleva el mismo uniforme que usaba yo al
final del instituto. En mi época COU. Además de empezar con ella un juego de seducción muy
excitante. No me suelen gustar usar las salas de lactancia de los centros comerciales pero ya
se trataba de un caso de fuerza mayor. El niño pedía su comida y de forma automática de mis
tetas empezaba a manar leche como de la fontana de Trevi el agua. Vaya con la cornucopia,
el cuerno de la abundancia. Los romanos debían referirse a eso. Así que recogí los trastos de
la cafetería y fui para allá. No es que me importe enseñar los pechos en caso de apuro y
menos aún con la excusa del bebé pero había por allí una panda de chavales salidos mirándole el
culo a las jovencitas y no me apetecía levantar más pasiones. La sala estaba vacía, por suerte.
Así que me puse cómoda en un sillón, el chillito en el regazo. Como tenía intimidad me abrí la
blusa del todo y me quité el sujetador. Iba a aprovechar todas las comodidades que me ofrecían.
Relajada no me iba a poner a mirar el reloj. Estos ratos para mí solas se aprecian. Pero
al poco rato entró una compañera de fatigas con su niño en brazos. Eso no fue lo que me
llamó la atención pues era algo muy lógico. Sino la compañía que traía, una jovencita preciosa
con una melena lisa que llegaba casi hasta el culo y un horroroso uniforme de colegio privado.
Y lo digo con conocimiento de causa pues tuve que sufrir esa misma falda a cuadros
escoceses y polo blanco hasta el año anterior a mi entrada a la universidad.
Es el único colegio en la ciudad que mantenía esa costumbre con alumnos tan mayores. Viéndola
más despacio no era tan jovencita. Andaría por el último curso a no ser que fuera muy repetidora,
a punto de empezar una carrera. Con los 10 y 8 bien cumplidos.
Según entró, empujando un carrito detrás de su hermana mayor, madre. Su sonrisa ya me dejó
hipnotizada y para más descontrol parecía que me la dirigía a mí. Nos saludamos con educación y
ella se puso a ayudar a la chica a la que acompañaba a acomodarse. La otra estaba muy
ocupada con su bebé como para preocuparse de quien estaba dentro de la sala. Al mirar
sus ojos verdes descubrí con cierto placer y puede que un poco de morbo que se dirigían
directos a mis tetas cada vez que tenía un segundo para mirar alrededor. Así que yo también
podía recrearme en la visión de su figura sin cargo de conciencia. Y no es que el rotundo culo
metido en unas estrechas mallas de la otra madre no ofreciera buenas vistas. Lo primero
de lo que pude darme cuenta es de lo bien que le quedaba el uniforme. En esa época yo lucía
un par de palillos por piernas. En cambio en ella los muslos que asomaban por la faldita que ya
le quedaba más cerca del culo que de las rodillas estaban bellamente torneados. Los calcetines largos
que a mí no hacían más que enredarse alrededor de los tobillos moldeaban sus pantorrillas que
parecían bien ejercitadas. Si miraba el polo blanco se notaba perfectamente que había sido
lavado un montón de veces y puede que alguna de ellas conlejía pues el sujetador blanco de encaje,
muy coqueto por cierto, se transparentaba perfectamente. Y no es que la sensual prenda
no tuviera trabajo. Había de sostener dos buenas masas de carne que se podían apreciar deliciosas,
cónicas, duras y de buen tamaño. Cuando yo llevaba esa camiseta el tamaño de mis tetas no habría
impresionado a nadie. Por aquel entonces a mis 18 años yo era más bien flacucha y con poca gracia.
Aunque no tardé mucho en empezar a rellenar la ropa de forma más sensual. En mi primer año en la
uni mis curvas empezaron a llamar la atención pero siempre me mantuve delgada y en forma,
me gusta nadar. Pero es ahora con la maternidad, cuando mis mamás, nombre aplicado con toda
propiedad, han tomado un tamaño digno de tener en cuenta, por no decir capaz de joderme la espalda.
En eso estaba, realizando comparaciones mentales entre ella y yo por la época en que llevaba ese
uniforme, cuando por fin pude enterarme de su nombre, Samantha. Cuando su hermana lo dijo,
también oí eso, le pidió un paquete de toallitas del bolso. Creo que con toda intención se inclinó
y empezó a buscar.

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