San Fermín

Pop poesía aupa osasuna gora san fermín siete de julio san fermín por ser nuestro patrón leeremos unos versos del poeta pamplonica fernando chivite una vez más a punto de revelar su júbilo ese aullido que rasga la mañana helo aquí arqueado y sardónico con las manos clavadas en la mesa mirando hacia la puerta cada siete respiraciones leven atria dos mira a tu alrededor postrada la ciudad y deja que su historia sus lúgubres placeres su vergüenza sus gastados silencios leve naya se agolpen dulcemente en torno a este minuto y que tu orgullo desplegado and que las tristes columnas de esta plaza te envuelvan y te transforme mientras desde el balcón de tu terraza contemplas desdeñosa y divina como cambiar la luz de la mañana cuando agitas el vino de tu copa breve explicación de todo es probable que durante los inhóspitos meses de aquel invierno exagerado el amanecer llegar a sorprendernos en varias ocasiones paseando abstraídos y malditos a través de calles que parecían estrecharse ante la incertidumbre del próximo minuto pero acaso por lirismo del tiempo o sola ente por mi habitual mitomanía los recuerdos sublimes tú con una bufanda de lana a cuadros grises y yo con la petaca vacía en el bolsillo y aquella obscura sensación de juventud amordazada y cruel ernest hemingway se enamoró de los sanfermines cuando en mil novecientos veintitrés siendo reportero del toronto star visitó la ciudad de pamplona mi padre se fue encontrando durante las fiestas del cincuenta y tres mientras hacía la mili carrascal a catorce kilómetros de la ciudad mi padre le llamaba abuelo pues no sabía que se trataba del escritor hasta que una noche que mi padre estando sentado a sus pies un mozo se paró delante y le cantó una jota recordaba mi padre aparte de su majestuosa cabeza que el abuelo siempre andaba comiendo cebollas estrofa de nata con cebolla y antes de cambiarme para volver a salir para ir de nuevo corriendo a cenar probablemente alguno de estos platos deliciosos repletos de nata con cebolla y vino de las bodegas celestiales me he esforzado obedecer siquiera por lealtad a las viejas ilusiones este cada vez más infrecuente impulso de escribir lo que queda es la búsqueda el hallazgo pasa flores envenenadas siento que nos despidamos así con ese modo triste con esa sensación llena de calles ahora en camiseta y zapatillas a la luz de un flexo frente a un libro recuerdo algo que hice para que tú lo vieras así tu ausencia está creciendo de tal forma que hay tardes en que el piano suena solo