
Se busca: Identidad desconocida, un casco y un cochecito de bebé

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En la Inglaterra del music hall, cuando los teatros eran el epicentro del espectáculo, apareció un personaje tan extravagante como misterioso: Harry Bentley, alias “el hombre de la máscara de hierro”. Prometió recorrer el mundo sin mostrar jamás su rostro, buscando firmas de alcaldes y una esposa ideal, mientras empujaba un cochecito de bebé y vivía de vender postales. ¿Fue todo una apuesta millonaria o la invención de un buscavidas? En este episodio seguimos los pasos —y los enigmas— de un hombre que convirtió su vida en una obra de teatro ambulante. Un relato en el que se mezclan farsas, guerras, reyes, ruina y una buena dosis de excentricidad británica. ¿Realidad, mito o simple necesidad de llamar la atención? Pónganse cómodos, porque lo que van a escuchar es, sencillamente, extrañísimo.
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DÍAS EXTRAÑOS CON SANTIAGO CAMACHO Hoy en Vidas Extrañas tenemos una existencia realmente notable. Veréis, el mundo del Music Hall de los teatros en Inglaterra a principios del siglo XX pues era el equivalente casi a la televisión actual. Había comediantes, había números musicales, había fenómenos circenses, y en 1908 apareció en estos teatros un tipo que se presentaba con un casco de armadura que le cubría completamente la cabeza y que se hacía llamar el hombre de la máscara de hierro. Decía que había hecho una apuesta, dar la vuelta al mundo sin quitarse el casco y sin revelar su identidad. El enunciado de la apuesta contenía un montón de condiciones más.
Debía permanecer enmascarado durante todo el viaje, visitar todos los condados de Inglaterra consiguiendo la firma de un alcalde o concejal en cada sitio, mantenerse únicamente vendiendo postales y recuerdos, no aceptar nunca regalos de extraños y sobre todo encontrar una esposa en su camino, una esposa que debía tener entre 25 y 30 años, bien educada, de temperamento apacible y con algunos conocimientos de música. Sólo eso. El hombre que estaba bajo la máscara se llamaba Harry Bensley. Falleció en 1958. Antes de la apuesta en cuestión ya tenía un pasado como las empresas de nuestro tema de hoy. En 1904 fue sentenciado a cuatro años de cárcel por estafa y vigamia. Se había casado con dos mujeres y se hacía pasar por el hijo de un noble poniendo su inexistente herencia como garantía de múltiples negocios fraudulentos.
Un día en su club, porque el tipo iba al club, no podía ser menos, escuchó una conversación entre dos millonarios, el conde de Lonsdale y JP Morgan. Especulaban sobre si era posible que un enmascarado pudiera viajar de incógnito por todo el mundo y Bensley, haciendo gala de su descaro habitual, se ofreció como voluntario, como conejillo de indias, para llevar a cabo ese experimento. Bensley partió de la londinense Trafalgar Square el día de Año Nuevo de 1908 llevando en su cabeza un casco de dos kilos que le ocultaba completamente el rostro. En una de sus primeras etapas fue detenido por vender productos sin licencia de vendedor ambulante, ya sabéis lo de las postales, y parecía que la apuesta pues iba a terminar bastante pronto, pero el tribunal, ya sabéis que los ingleses son bastante comprensivos cuando se trata de apuestas, pues le permitió permanecer enmascarado e identificándose tan solo como el hombre de la máscara de hierro.
Y así recorrió Inglaterra, América, China, India, Turquía, los Balcanes, llegó a Génova y allí el 14 de agosto de 1914 terminó su viaje. La Primera Guerra Mundial ya había comenzado y el bueno de Harry recibió un telegrama en el que se le anunciaba que la apuesta quedaba cancelada, tan solo recibiría 4.000 libras, que para la época no estaba nada mal para compensar la cancelación del concurso. Así que se quitó la máscara, la tiró a un lado de la carretera y al regresar a Inglaterra donó esas 4.000 libras a la caridad y se alistó en el ejército. A pesar de lo extenso de sus viajes, esos desplazamientos por el mundo están sorprendentemente bajos.
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