Las Sectas Destructivas. Luis Ruiz Poveda, José Moraleda, José Antonio Martínez Puche. Ultimas Preguntas, 1992

Nos encontramos en un momento en el que parece que lo religioso vuelve a estar de moda.

Cuando lo sagrado empieza a estar desplazado, y el cristianismo a perder la importancia que tenía en tiempos pasados, resulta que en las calles, en las emisiones de radio y de televisión, y en las páginas de revistas y diarios, nos encontramos con lo que los sociólogos han denominado un foco intelespíritu y un supermercado espiritual.

Proliferan los libros y revistas esotéricos, se multiplican los centros de meditación, se generalizan las sesiones de ocultismo, de escritismo, y ante el cansancio existencial del presente, se buscan evasiones en otras alternativas, técnicas orientales, medicinas naturales, planteamientos ecológicos, potenciación de la energía psíquica, filosofías gnósticas, toda una mezcla heterogénea que a muchos puede parecer extravagancia, y a otros señuelo de novedad y de alternativa frente al cansancio, a la crisis, al fracaso.

Toda esta frivolización de lo religioso, algo tan importante para la vida del hombre, hace que cada cual busque una religión a su medida, que la elabore él mismo a su medida.

Estamos pues en una zona peligrosa, donde ya no es fácil distinguir una secta de un nuevo movimiento, auténticamente religioso, que estimula a seguir un camino espiritual según determinado carisma.

Ocurre que ciertos movimientos religiosos se apropian de unos ideales de renovación y de vuelta a los orígenes para ofrecerlos como justificación de una existencia separada.

Después se da el paso a la evasión de la realidad circundante y se ponen en crisis los valores culturales, políticos, religiosos, y surgen la indiferencia y el desencanto.

Se considera al mundo irremediablemente perdido y hay que huir de él.

Hay entonces un terreno apropiado para las sectas, lideradas por gentes sin escrúpulos, que buscan aprovecharse de los demás.

Conviene tener en cuenta que hay sectas sinceramente religiosas que presentan signos salvíficos en el mundo exterior y adoptan actitudes de diálogo frente al mundo.

Muchas de ellas han surgido como escisión de las iglesias protestantes, debido fundamentalmente a la falta de una cierta institucionalización, es decir, de una autoridad única que garantice el servicio a la comunión de todas ellas.

Sus objetivos son nobles casi siempre.

Pero aquí vamos a fijarnos en esas otras sectas que hemos convenido en llamar indestructivas porque persiguen fines oscuros, tales como la explotación económica, la corrupción sexual de menores, la prostitución, etc.

Algunos procesos judiciales nos han puesto al descubierto el dramático callejón sin salida en que se hallaban algunas personas que quedaron atrapadas por determinadas sectas.

Sus líderes ofrecen seguridad a quienes se sienten abrumados por una sociedad en dura competencia y burocratizada.

Propician que hombres, y mujeres sobre todo, encuentren a alguien que les escuche y olviden su anonimato y su soledad en medio de la gran ciudad.

Pero todo esto termina teniendo un precio del que casi nunca se da cuenta el que ha entrado en la dinámica sexual.

Es necesario estar prevenidos frente a las sectas llamadas destructivas.

En primer lugar, los jóvenes porque pueden aprovecharse de su inmadurez y también las familias porque pueden perder a sus hijos al ser éstos absorbidos por gentes sin escrúpulos.

Los líderes sectarios ejercen técnicas de presión, de control mental, de persuasión coercitiva que terminan por alienar a los adeptos.

Los estudiosos del fenómeno de las sectas dicen que en 1986 había unos 108 millones de adeptos en todo el mundo.

Y añaden un dato que debe ser tenido en cuenta.

Dicen que en Latinoamérica crecen las sectas a un ritmo de 400 adeptos por hora a costa sobre todo de la Iglesia Católica.

En España, según un informe de la diputada Pilar Salarruyana estaban afectados por las sectas en 1988 unos 150.000 jóvenes y hay que pensar que el número ha seguido aumentando.

A los inseguros, a los que buscan...