Sesiones con el más allá

Inspirad una vez más, y expiramos.

Y cuando estéis listos, abrid los ojos.

¿Qué te ha traído aquí? El caso de una paciente...

Una niña, tenía 10 años.

No consigo quitarmela de la cabeza desde hace 20 años, porque yo tenía 30 cuando me ocupé de ella.

Ahora tengo 50, así que...

Llegó el día antes de cumplir 30, le habían disparado en la cabeza.

Una bala desde un coche.

Fue la primera vez que vi una herida pediátrica por arma de fuego.

Yo era una médico joven, acababa de empezar.

Era mi segundo o tercer año, muy al principio de mi carrera.

Sí, lo mata, ya.

Cuando llegó...

Ya estaba muerta.

Cuando recibes un disparo en la cabeza, es...

Ya.

Yo sostuve en mis manos su masa cerebral.

Tenía que decirle a los padres de una niña de 10 años que le habían disparado.

Iba saliendo de la iglesia, de la mano de su madre cuando ocurrió.

Su respuesta fue un total y absoluto silencio.

No lloraron ni gritaron, no se dieron golpes en el pechón, nada.

Y cuando terminaron las diligencias en el Departamento de Urgencias, no se escuchaba una palabra.

No hablamos, mi adjunto no me preguntó, ¿estás bien? Fue un caso muy duro emocionalmente.

Sí, ninguna enfermera, nadie hablaba.

Ya.

Salí a la zona de ambulancias y estuve...

Llorando...

Como...

Un minuto.

Es algo que en medicina no hacemos bien o no hacemos directamente, que es enseñar a nuestros médicos jóvenes a ver cosas, a gestionarlas, a experimentarlas, a dejar que fluyan.

En vez de eso, lo enterré.

Lo bloqueé, porque tenía que ver al siguiente paciente.

Así que...

Supongo que la pregunta es...

¿cómo está ella? Que estoy en una incrucijada en mi carrera.

Ha pasado la pandemia y soy madre.

Así que he dejado eso en un segundo plano.

Es el momento ideal para hacer algún tipo de cambio, pero no estoy segura.

Hay muchos caminos, pero no estoy segura de cuál tomar.

No creo que haya algo grave que me preocupe tanto.

Creo que solo es preocupante la presión existencial.

Económicamente, me irá bien.