[Shortcast] AFR Nº 447: El gato: un detector de malas ondas

Al filo de la realidad, de la realidad, de la realidad.

Tengo un par de llamadas. Llamó Susana. Me hace dos preguntas.

La primera.

¿Por qué no se debe dormir en donde lo haga un gato? Ah, esto tiene que ver con un comentario que yo hice la semana pasada, Susana.

No exactamente es tan, tan así. Yo comentaba que la estructura neurológica de los gatos y esto que he estado charlando yo el domingo pasado, nos hacen particularmente sensibles a lo que en parapsicología se denominan focos de radiaciones telúricas nocivas.

¿Qué es un foco de radiación telúrica nociva? Bueno, es una configuración particular de las capas subterráneas, de las capas freáticas de la Tierra, que provoca una perturbación electromagnética en su vertical.

Todos los seres humanos tenemos un campo energético, tenemos un campo electromagnético. La existencia de ese campo electromagnético es lo que nos hace tan sensibles, por ejemplo, a perturbaciones naturales electromagnéticas. Cualquiera sabe que si permanece, si una persona vive, por ejemplo, debajo del tendido de cables de alta tensión, de estos que de una provincia a otra llevan corriente eléctrica, aumenta enormemente su probabilidad de sufrir distintos tipos de cáncer.

De hecho, el cáncer es una de las enfermedades humanas que más dependen de las agresiones, de las perturbaciones electromagnéticas que pueda sufrir el ser humano. Los focos de radiaciones telúricas nocivas provocan alteraciones localizadas, sonificadas, de radiación electromagnética. Y entonces, el gato que es particularmente sensible a esas perturbaciones, pero que por otra parte, y por su estructura nerviosa es afín a esas perturbaciones, se siente cómodo en esos lugares.

Es el lugar que elige reiteradamente, uno estaría casi con una obsesión maníaca para echarse a dormir.

¿Qué es lo que pasa con una persona que permanece mucho tiempo durante muchos meses, o duerme siempre en el mismo lugar? Pues que durante todas esas horas está sometido a un flujo perturbador de frecuencia electromagnética que termina perturbándolo. No te va a provocar cáncer, Susana, pero sí te puede provocar, por ejemplo, alteraciones en la personalidad o en la conducta, reacciones y brotes psicóticos.

En alguna palabra, o en una palabra, te puede desquiciar anímicamente, y por eso la recomendación es no dormir donde lo costumbre hacer habitualmente un gato.

Al filo de la realidad.