Sin fe es imposible agradar a Dios (VII Parte)

Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay y que es galardonador de los que le buscan.

Al pensar por un momento en el estado o en la condición, desde luego de manera imaginaria, podría pensar de que somos tantos, muchos, varios, que podemos identificarnos con una condición, una condición donde estamos esperando un desenlace favorable a razón de nuestra fe.

Quizá hemos sido abrumados, porque al estar rodeado de amistades o de personas que nos comparten de ellos, nos damos cuenta que se nos adelantaron en aquello que también era parte de mi necesidad, de mi deseo.

Y lo peor del caso es que al poner en balanza la condición, nos dimos cuenta que no son de fe, pero ya lograron lo que nosotros de fe aún no lo hemos logrado.

Y eso puede traer desánimo, y eso puede traer dudas, y el enemigo va a aprovechar cualquier condición, cualquier situación para desvincular nuestra fe en Dios.

Pero todo, todo, todo lo que se suscribe al mundo, todo eso va a pasar hasta lo más grato de nosotros, todo eso va a pasar.

Nuestra certeza y nuestra seguridad para la vida se encuentra en Dios y trasciende a la eternidad.

Por ello yo les invito a todos por igual a que le pongamos nuestro estado presente.

Si ya lleva tiempo de estar orando por esa petición, mi consejo sería no claudique, sigue haciéndolo, quizá va a requerir de más tiempo, quizá va a requerir de que se aparte a un lugar solo donde usted se encuentre usted solo y Dios.

Quizá le va a llevar a una necesidad de celebrar algún ayuno o de celebrar alguna vigilia.

Ninguno con usted, porque la necesidad es muy propia.

Ahora si hay confianza con alguien, usted podría decirle, estoy teniendo una carga de oración por mi estado y mi condición.

Le invito a que me acompañe, nos vamos a ir a Hawái para tener un tiempo de oración.

Le va a ofrecer un espacio o quizá le dirá, vamos a ir a tal parte donde eso está solo, donde ahí no hay nadie, nadie se va a dar cuenta de que nosotros estamos en ese lugar, dependiendo de la necesidad y de la urgencia.

Pero muchas veces en el desánimo dejamos de ver que eso es mi deseo y que es una urgencia para mi vida.

Dios es tan noble que nos permite los espacios, pero en esos espacios nos ministra para consolar, para suavizar y para ponernos en el camino exacto y correcto en el que debemos de estar, de estar esperando.

Ya hemos venido mencionando entonces el llamado que recibimos del Escritor Sagrado.

Es importante tener fe.

La fe no debe de estar supeditada a la condición.