La sonrisa (Ep.9)

La noche se derrama lentamente sobre la ciudad android y niñas ascienden por la avenida nadan contracorriente tratando de superar una marejada de rostros serios e indiferentes que no se toman la molestia de mirar atrás a él le quema el asfalto los pies y ella no corre lo suficiente es pequeña y rebota contra los cuerpos de adultos que se asemejan a columnas de insensible mármol en ocasiones trastabillar y casi termina machuca en el fragor de la urgencia cotidiana la coge de la muñeca con impaciencia y la hace levitar unos cuantos metros hasta una seguridad efímera la pequeña se frota dolorida donde la androide ha dejado unas marcas de dedos oscuras como de tizne el no les ve pero sabe que sus perseguidores están ahí cada vez más cerca tratarán de arrinconar les en alguna esquina poco transitada quizás llevarles hasta un recoveco solitario donde los tiradores tengan mejor línea de visión deben tener cuidado no querrán arriesgarse a dañar a la peque niña con ese pensamiento el androide la acerca más a él tanto que las perlitas de sudor que comienzan a brotar sobre la frente de la niña le empapa la camisa se le agota el tiempo pero están tan cerca que ya se distingue el isotipo de la empresa al final de la avenida una doble hélice inspirada en el adn rechina contra la oscuridad con sus luces de neón de perpetuo turquesa ella nota la ansiedad con la que el androide fija su vista en el horizonte es inteligente y despierta pese a su escasa edad no intenta resistirse a los acontecimientos aunque sabe que algo no está bien esto no es lo que le había prometido a la carrera tropezando y esquivando consigue interrogarle con una mirada tan exigente como solo lo puede ser la de un niño que se siente traicionado es una mirada de inocencia calcinada por la malicia del adulto una herida en la confianza que no sé nada fácilmente y él lo siente trata de compensarlo con una sonrisa mecánica de manual aburrida no puede hacerlo mejor tienes la sensación de que sus perseguidores le están rodeando les van a cerrar el paso a escasos metros de la entrada del edificio pero lo harán sin llamar la atención nadie quiere provocar una estampida en una de las avenidas más concurridas de la ciudad no android y niñas se detienen ella jadea sus mechones rubios se le pegan a la frente y le entorpecen la vista él se arrodilla frente a la pequeña y se los aparta con la mano trata de volver a sonreír todavía lo la pareja forma una isla de quietud en mitad del caos urbano el androide la toma bruscamente por las axilas y la levanta con un enérgico gesto hasta colocarla sobre sus hombros la noche vuelve a convertirse en juego mientras la pequeña se sujeta con piernas y brazos al cuello de su montura improvisada esta galopa a través de la multitud que trata de apartarse a su paso por fin una carcajada prístina y genuina se resbala hasta los oídos del androide y este arrecia la marcha espoleado para encontr irse de frente a uno de los hombres que les vienen persiguiendo es muy joven y todavía tiene que aprender saber templar los nervios y no sacar su arma mantener la calma y no levantarla sobre su cabeza respirar profundo y no apretar el gatillo rodeado de civiles todavía tiene que aprender la detonación paraliza por un segundo en la rotación de la tierra el vuelo de los pájaros y el latido de los cientos de personas que se encuentran medio kilómetro a la redonda después la vida retoma su curso de manera brusca acelerada como queriendo cobrarse con intereses ese segundo que la había sido robado la erupción de miedo desentierra el instinto de la masa y la avenida se convierte en un sálvese quien pueda cruel y egoísta él aprovecha el androide bracea entre la muchedumbre la búsqueda de corrientes que le acerquen al edificio que le alejen de sus perseguidores en ocasiones casi le ahogan a la pequeña le ha salpicado el miedo que los rodea y llora desconsolada sobre su cabeza ella trata de limpiarse los ojitos de recuperar la visión