"Sorgina", de Alister Mairon

Los demonios hace que lo que no es se presente a los ojos de los hombres como si existiera lactancia no puedes engañar ya nada te retiene aquí seguir hacia el norte que ir al oeste las palabras del demonio reverberar on por enésima vez en el interior de su cabeza como un molesto eco paloma hizo ademán de responderle pero un repentino cambio en el viento la hizo guardar silencio aguzó el oído pero no acertó a escuchar nada salvo el murmullo de las hojas su yegua cabeceador moviendo las orejas en todas direcciones la mujer bufo de nuevo retrocediendo de vuelta a la aldea dirigió una mirada inquisitiva su acompañante pero a no respondió a su muda pregunta estaba serio y escudriñaba el bosque con el ceño fruncido con un timbre oscuro que canalizaba premio y preocupación el demonio le ordenó soltar a la yegua asegurándole que la recuperaría más tarde la cazadora vaciló pero algo en su tono de voz la hizo obedecer cogió el pedreña allí soltó las riendas de la yegua el animal profirió un berrido escalofriante casi humano antes de huir al galope hácia la seguridad de la aldea entonces la mujer descubre que se encontraba tiritando no era miedo sino frío la temperatura en el bosque había bajado drásticamente hasta el punto de que cuando habló su voz arrastró el vaho ante sus ojos buscó respuesta en su sobrenatural compañero preguntándole desde un silencio inquisitivo que estaba sucediendo en ese bosque dejado de la mano de dios que cercaba altivo y pretencioso a la mísera aldea anónima que acababan de dejar atrás pero este fiel a su naturaleza esquiva no profirió palabra alguna avanzó hacia el interior del bosque con paso vivo y ella lo siguió sortearon piedras y viejos troncos caídos avanzaron entre pinos de edad incalculable el viento volvió a cambiar y el crujido de las hojas se hizo más intenso más fuerte pronto dejó de recordar a la música del follaje para asemejarse al murmullo de unas pisadas paloma entrecerró los ojos para concentrarse en el sonido logró discernir por entre el silbido del viento aquellas pisadas que se aproximaba cada vez más cerca aplastando abriéndose paso entonces lo vio apenas un destello en el corazón del bosque un brillo fugaz como el de una luciérnaga iluminó las copas de los árboles para desaparecer sin dejar rastro acker quien sin duda también lo había visto gruñó una maldición entre dientes y avivó el ritmo instándola a no detenerse aquel arrebato de urgencia era lo más parecido que esa criatura podía estar del miedo eso no la tranquilizó se quieren adelante con aquel frío antinatural ascendiendo desde el boscaje como una exhalación los brillos fugaces se veían más cercanos llegaron a un estrecho sendero que ondulaba entre la vegetación como una serpiente de tierra el hombre de negro maldiciendo entre dientes aminoró la marcha hasta detenerse y paloma lo imitó el crujido de pasos de ramas partiéndose y piedras frotándose entre sí se oía cada vez con mayor intensidad les recordó al rechinar de dientes preámbulo de un hambre antigua carente de foca