
El susurrador en la oscuridad (1) H. P. Lovecraft - Audiolibro con voz humana real

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El primer capítulo de “El que susurra en la oscuridad” de H. P. Lovecraft comienza con el narrador recordando las inundaciones de Vermont en 1927 y los rumores de criaturas extrañas. Lo que inicia como una investigación de folclore se convierte en un relato escalofriante de seres alados, huellas imposibles y leyendas antiguas conectadas con mitos indios y el miedo universal a lo desconocido.
Este audiolibro, narrado con voz humana y acompañado de sonido envolvente, te transporta a la atmósfera única de Lovecraft: oscuros bosques, colinas embrujadas y arroyos de Vermont, donde acechan horrores inimaginables.
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Descubre el primer capítulo de “El susurrador en la oscuridad” de H.P. Lovecraft, donde el horror y el misterio se entrelazan en cada rincón del bosque. Este audiolibro te sumerge en una atmósfera de terror, explorando los secretos más oscuros de esta historia. No te pierdas el inicio de esta escalofriante narración.
Disponible también en youtube:
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El Susurrador en la Oscuridad Un relato de H.P. Lovecraft Capítulo 1 Tened muy presente que, al final, no presencié horror visual alguno.
¿Decir que un shock mental fue la causa de lo que deduje? Esa última gota que me llevó a huir precipitadamente de la solitaria casa de campo de Akeley y a atravesar las agrestes colinas abovedadas de Vermont de noche en un automóvil requisado.
Es ignorar los hechos más palmarios de mi experiencia final.
A pesar de lo profundo de lo que vi y oí, y del vivo efecto que tales cosas produjeron en mí, aún hoy no puedo demostrar si estaba o no en lo cierto en mi espantosa conclusión.
Después de todo, la desaparición de Akeley no prueba nada.
En su casa no se halló nada anormal, pese a las marcas de bala en su exterior e interior.
Parecía como si se hubiera salido tranquilamente a dar un paseo por las colinas y no hubiese regresado.
No había ni rastro de que un huésped hubiera estado allí, ni de que aquellos horribles cilindros y máquinas hubiesen sido guardados en el despacho.
Que Akeley temiese mortalmente las apretadas colinas verdes y el interminable murmullo de arroyos entre los que había nacido y crecido, nada significa.
Miles padecen temores morbosos semejantes.
Además, la excentricidad podría explicar sin dificultad sus extraños actos y temores en los últimos tiempos.
En lo que a mí respecta, todo el asunto comenzó con las históricas e inéditas inundaciones de Vermont del 3 de noviembre de 1927.
Por entonces, como ahora, yo era profesor de literatura en la Universidad de Miskatonic en Arkham, Massachusetts y un entusiasta estudioso aficionado del folclore de Nueva Inglaterra.
Poco después del desastre, entre las numerosas crónicas de penurias, sufrimientos y labores de socorro que llenaban la prensa, comenzaron a circular ciertas historias extrañas acerca de objetos hallados flotando en algunos de los ríos desbordados.
De tal modo que varios amigos míos entablaron acaloradas discusiones y me pidieron que arrojara algo de luz sobre el asunto.
Me sentí halagado de que tomaran tan en serio mis estudios de folclore e hice cuanto pude por restar importancia a aquellos relatos vagos y desbocados.
Tan evidentemente nacidos de supersticiones campesinas.
Me divertía comprobar que personas instruidas insistiesen en que bajo tales rumores podía yacer algún estrato de hecho oscuro y deformado.
Las historias que así llegaron a mi conocimiento procedían sobre todo de recortes de periódico, aunque una de ellas tenía fuente oral.
Fue referida a un amigo mío en una carta enviada por su madre de Hartwick, Vermont.
En esencia, todas describían lo mismo, aunque parecían referirse a tres casos distintos.
Uno relacionado con el río Winooski, cerca de Montpellier.
Otro con el West River, en el condado de Windham, más allá de Newfane.
Y el tercero con el Pasumpsic, en el condado de Caledonia, aguas arriba de Lyndonville.
Otros casos mencionados se reducían al analizarlos a estos tres.
En todos ellos, campesinos aseguraban haber visto en las embravecidas aguas que descendían de las colinas solitarias uno o más objetos muy extraños y perturbadores.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org




















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