T1 E 25 LA JABONERA DE CORREGGIO

¿Serías capaz de cruzar una frontera gastronómica socialmente inadmisible? ¿Y si no supieras que, sin quererlo, has entrado a formar parte del territorio prohibido de la degustación culinaria caníbal? Aunque el canibalismo apuntó hace más de 800.000 años, este comportamiento ritual de entonces aplicado hoy como una rica cultura gastronómica, no sé yo si garantiza la colonización de una salud mental progresista y equilibrada, o por lo contrario cosecha los escalofriantes episodios de una nueva sociedad cada vez más retorcida, desequilibrada y satánica.

En el 2017 corrió la esperonante noticia en distintos medios de comunicación de la abertura en Tokio del primer restaurante del mundo caníbal.

Por suerte, esta no fue más que una de las tantas y tantas fake news que corren por internet. Sin embargo, Leonarda Chanchuli se hubiera sentido como pez en el agua degustando cualquiera de sus platos de haber existido en su sodicho restaurante.

Las galletas del té que Leonarda ofrecía a sus avecinas y conocidas en sus tertulias de sobremesa se convirtieron rápidamente en el bocado preferido de muchas de ellas, degustándolas hasta con glotonería.

Leonarda no entendía de tabús ni escrúpulos cuando saboreaba las galletas crujientes del té que ella misma elaboraba con la sangre de sus amigas.

Bienvenidos a Hilos del Crimen, mi nombre es José Guerrero y hoy voy a contar una de esas historias de auténtico horror, digno guión de la mejor película gore, la perturbadora historia de la asesina serial más escalofriante de Italia.

Tiramos del hilo...

Emilia Di Nolfi era una joven noble y hermosa que pertenecía a Buena Cuna.

Como tal, recibió una educación envidiable para la época, católica y conservadora. Era una joven inocente y con una visión de la vida idealizada.

Asistía a fiestas y se divertía mientras sus padres le buscaban un pretendiente que estuviera a la altura para sus nupcias.

Mariano, por lo contrario, era un joven rudo, de clase baja, que se movía en círculos sociales muy diferentes a los de Emilia. Sin embargo, la obsesión de éste por la joven truncaría definitivamente los sueños de ésta.

Una noche de 1893, Emilia regresaba sola a casa después de una cena con amigos.

Mariano la esperaba borracho, escondido entre las sombras. Hacía tiempo que la deseaba de forma enfermiza.

La golpeó por la espalda y la arrastró por unos arbustos.

Emilia luchó por sacárselo de encima, pero sus fuerzas fueron inútiles.

Mariano empezó a levantarle la falda, le quitó la ropa interior, la violó y cuando terminó, la dejó sola, mirada en el campo y sumida en un enorme shock.

Víctima de la vergüenza y la confusión, Emilia no contó nada. Se limpió como pudo la sangre que corría por sus muslos, escondió los moretones y se sumergió en una depresión creyendo haber cometido un gran pecado.

Había quedado impura para siempre.

El destino, a veces maliciosamente caprichoso, quiso que Emilia no pudiera guardar el secreto para siempre.

Mariano la había dejado embarazada.

Mariano tendría que casarse con Emilia, era una cuestión de honor.

Para Emilia era inimaginable tener que soportar ocupar un espacio cerca de aquel salvaje que la había abusado.

Sin embargo, Mariano vio el cielo abierto, como no, ahora por fin la joven sería solo suya.

Se casaron en una ceremonia que tuvo más de funeral que de fiesta y Emilia salió obligada por sus padres del brazo del hombre que más odiaba en el mundo.

Y pese a acatar las órdenes paternas, Emilia no se quedó.