T1x22 Madres, Graceland, nuestro Jaén

Bienvenidos sean, todos y todas, a esta nueva emisión de Abarcón Abierto.

Bienvenidos como bienvenidas son las aguas que nos riegan a estos días, o como esos abrazos que no esperamos, pero que nos recomponen.

La emisión número 22 viene a presentar una nueva colaboración.

Mi compañero del desván de las letras y apasionado lector, Jacinto Fernández Lombardo, nos irá regalando sus sabias píldoras literarias.

Hoy abre esta colaboración con su visión de la novela El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleak.

Luego me gustaría recordar a un tal Paul Simon y su álbum Graceland, un trabajo para la historia de la música del siglo XX.

Y para terminar, charlaré con don Rafael Rus, periodista de raza, testigo de las últimas décadas de la vida jaenera.

En fin, espero que lo disfrutéis.

Soy Vicente García Mestre y esto es Abarcón Abierto.

Bienvenidos, queridos oyentes. Bienvenidas.

Hoy abrimos la puerta del desván de las letras para hablarles de un libro.

Hoy vamos a hablar de la primera novela de la escritora, periodista y traductora moldava-rumana, Tatiana Tibuleak, titulada El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, que se publicó en 2017.

Se trata de una novela que ha conmovido a muchos lectores y ha generado diversas críticas.

La novela ganó múltiples premios literarios y ha sido traducida a varios idiomas.

La novela narra el último verano que Alesky, un joven con una relación conflictiva con su madre, pasa junto a ella.

La novela comienza así.

Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió 39 años.

Era bajita y gorda, tonta y fea.

Era la madre más inútil que haya existido jamás.

Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela, como una pordiosera.

La habría matado con medio pensamiento.

Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres.

Un triste atajo de perlas falsas y corbatas baratas, viniendo a recoger a sus hijos defectuosos, escondidos de los ojos de la gente.

Al menos ellos se habían tomado la molestia de subir.

A mi madre yo le importaba un pimiento, al igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar unos estudios.

Dejé que sufriera casi una hora.

Observé que al principio se mostraba irritada, caminaba arriba y abajo a lo largo de la valla.

Luego se quedó inmóvil, a punto de echarse a llorar, como alguien con quien se hubiera cometido una injusticia.

Tampoco entonces bajé.

Pegué la cara al cristal y permanecí así, contemplándola, hasta que salieron todos los chicos.

Incluso Mars, con su silla de ruedas.

Incluso los huérfanos, a los que tras la puerta esperaban las drogas y los hospicios.

La temática de la novela es un relato crudo y visceral sobre el amor, el odio, el dolor, la enfermedad y la redención.

Tatiana Tibulea explora la complejidad de las relaciones familiares, especialmente el vínculo entre madre e hijo y la capacidad de transformación del ser humano.

Trata temas universales como el amor materno-filial, la enfermedad, el duelo y la aceptación.

Alesky aún recuerda el último verano que pasó con su madre.

Han transcurrido muchos años desde entonces, pero cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico