T3-Perla: Decidir el futuro demasiado pronto

Noches buenas. Hoy quiero hablar sobre la presión de decidir el futuro demasiado pronto.

Soy Beatriz Pieper y esta noche quiero hablar de algo que si eres padre o madre te interesa saber y si eres un adolescente espero que esta información te ayude porque va por ti.

Es algo que muchos jóvenes sienten pero de lo que pocas veces se habla con sinceridad quizá porque a veces ni siquiera somos conscientes de ello, pero existe la presión de decidir el futuro demasiado pronto. Y desde pequeños nos hacen una pregunta aparentemente inofensiva ¿qué quieres ser de mayor? Y al principio la respuesta cambia todo el tiempo.

Un día queremos ser astronautas, otro día veterinarios y al día siguiente artistas. Pero llega un momento en el que esa pregunta ya deja de ser un juego y se convierte en una carga, en una auténtica presión. De repente la sociedad nos dice que tenemos que saberlo, que como a los 16, 17 y 18 años debemos elegir qué queremos hacer el resto de nuestra vida.

Yo me pregunto ¿cómo se supone que alguien tan joven tome una decisión tan importante cuando su propio cerebro aún no ha terminado de desarrollarse? La ciencia nos dice que la corteza prefrontal, la parte del cerebro que nos ayuda a tomar decisiones racionales y a largo plazo no madura completamente hasta los 25, 26 años aproximadamente. Y sin embargo a los 16, 17 y 18 años ya tenemos que haber elegido una carrera, una profesión, un camino laboral.

Este tipo de presión genera ansiedad, genera miedo y muchas dudas. Y muchos jóvenes sienten que si se equivocan en su elección su vida entera estará arruinada, que si eligen mal ya no hay vuelta atrás, que si no tienen clara su vocación algo anda mal con ellos y no es así. Y entonces ¿qué ocurre? Que muchos jóvenes acaban eligiendo por inercia, dejándose llevar por las modas, por las carreras que prometen más dinero o incluso dejando que sus padres sean quienes decidan por ellos. Y esto con el tiempo crea generaciones de personas frustradas.

Jóvenes que al llegar a la adultez se dan cuenta de que no son felices con la vida que han elegido y construido. Y lo peor es que no solo ocurre con mi generación, lo veo también en generaciones de gente más joven que yo. Pero ¿por qué pasa esto? El problema no es que los jóvenes no sepan qué quieren, el problema es que la sociedad les exige saberlo demasiado pronto, quizá para hacerles creer que ellos no saben y así manipularlos fácilmente para que encajen en un molde, para que hagan lo que es políticamente correcto.