Tendido de Sol Hablemos de Toros de 21 de abril de 2025

Buenas noches, buenos días, buenas tardes, todo depende del momento en que nos estén escuchando. Les habla Enrique Martín y esto es Tendido de Sol, hablemos de toros, el programa donde huimos a toda velocidad de la perfección y a toda perfección de la velocidad y supuestamente todas las semanas hablamos de toros.

A ver cómo me explico yo sin que nadie se me ofenda, seguro es que les suena si es que no os gusta nada, no me digan los que ya tienen una edad que esto no se lo han dicho más de una vez y seguro que se lo dirán aquellos que no entienden que ustedes no se entusiasmen por lo mismo que lo hacen ellos y hasta se atreverán a decirle que lo que usted dice que un día vio que sencillamente es una idealización del pasado, de un pasado que nunca sucedió allá, lo que vimos nunca pasó, pero en cambio ellos sí que se forman una idea del pasado, de un pasado que no vi que no vieron y pretenden asimilarlo con eso que ven ahora, eso que jalean con un entusiasmo, con un fervor y hasta se atreven a decir así en medio de este fervor que eso lo que están viendo en ese momento, lo que ellos jalean es el toro eterno, el toro de siempre, caramba, y cuando alguien les dice que eso es un canto a la eterna vulgaridad, pues se hacen cruces, como vulgaridad, como que destoreo, que hasta tienen el atrevimiento de que lo de parar, templar y mandar es un invento de un viejo chocho, un viejo interesado total, que nos puede enseñar ese tal Domingo Ortega, hay madre, ahora es mucho mejor aferrarse al tocar pasar y correr, y a veces ni tocar, que cuando empalman, que no ligan, los trapazos es lo más sublime de lo sublime, convierten en héroes legendarios a los que corren, corren y corren y vuelven a correr, a los que pasan un trapo por la cara, que no hacen que pase el toro, a los que se ponen bonitos allá donde el animal decide ir, sin pensar en que ese pasar por la cara acaba detrás de la cadera o en un simple ventanazo, en un muñecazo tramposo, se elevan a la gloria a los que mejor teatralizan su incapacidad, que un torero, pues estos son cánones antiguos, pues debía aparentar absoluta ausencia de miedo, aunque todos, todo el mundo supiera que éste estaba siempre presente, pero un torero no podía dejar ver su temor, incluso con el terno agironado, después de mil revolcones, bueno, hay alguna imagen por ahí, se me viene a la cabeza Raúl Aranda, el que quiera ver lo que lo busque, y es que lo que han cambiado las cosas, ahora el personal se entrega sin reservas al que exagera las muestras de temor, al que grita y grita, que vocifera el no saber por dónde meterle mano al toro, si es que ahora se premia aquello por lo que antes se abroncaba, ahora por cosas que hacen ahora, antes empezaba la gente, se ponía muy levantisca, de verdad lo que ha cambiado todo esto, ciertamente que así ha sido, pero ellos seguirán con eso de es que no os gusta nada, como que cómo no nos va a gustar nada, como hemos aguantado hasta ahora, pero lo que sucede, para desgracia nuestra, es que lo que nos gusta ya no se practica, lo que nos enganchó ya no existe, nuestra fiesta desapareció, lo que vimos, porque claro que lo vimos, ya sólo es un recuerdo, y digo un recuerdo, no una ilusión fruto de la demente idealización propia de los años, y si quieren saber lo que más echamos de menos, pues lo que ha cambiado radicalmente, y lo que nada tiene que ver con lo que tenemos hoy tarde tras tarde, es el toro, que simple, tamaños aparte, que os lo voy a decir,