Tendido de Sol Hablemos de Toros de 24 de marzo de 2025

¡SUSCRÍBETE! Buenas noches, buenos días, buenas tardes, depende del momento en que nos estén escuchando, les habla Enrique Martín y esto es Tendido de Sol, hablemos de toros. Ya saben, el programa donde huimos a toda perfección de la velocidad y a toda velocidad de la perfección y supuestamente todas las semanas hablamos de toros. Y bueno, y aquí seguimos a vueltas sobre la salvación de la tauromaquia, de lo que le haría bien para su perpetuación eterna y lo que la abocaría irremediablemente a la debacle.

Pero quizá, solo quizá, antes que nada tendríamos que diferenciar dos cosas, por un lado el negocio y por otro la afición, porque a ver si va a resultar que lo que unos creen buenos para la salvación de su negocio se convierte en la puntilla del toreo, que no digo yo que se acabe el espectáculo de hoy para mañana, no, pero lo que sí se acaba, quizá hasta ya se ha acabado, es lo que conocimos como el rito del toreo.

Pero los interesados, los que sacan tajada de esto, siguen eso, muy interesados en provocar y mantener el equívoco de que lo que a ellos les viene bien, de perlas, nos viene bien a los demás. Vaya, que ahora parece que la única salida que nos queda para poder seguir yendo a la plaza es que la sangre desaparezca.

Y vean desde en cuenta que digo ir a la plaza, ir a la plaza para lo que ellos consideran la mayor motivación de todo esto, el fin supremo, ir a pasar la tarde, ir a merendar, a beber alcohol hasta que los sentidos no respondan y aclamar a un señor vestido de luces, haga lo que haga y delante de, no sé, califíquenlo ustedes mismos. Vaya pareja, vaya pareja, Pedro Haces, don Bull y Simón Casas, don, no, a este no le han puesto un apodo reproducible sin utilizar palabras gruesas.

Resulta que el socio del señor Casas, aparte del jefe del señor Casas, el señor García Garrido, es un caballero que afirma sin sonrojarse que se elimina la sangre de todo esto, o la tauromaquia desaparecerá. ¡Qué mal augurio, eh! O sea, que esto deja de ser lo que es o desaparece. Pero claro, si deja de ser lo que es, ¿no es la consumación de una desaparición más que cantada? Que me echo novio al que tengo que quitarle 20 centímetros para que no sea demasiado alto, le cambio el color del pelo, le meto en el quirófano para que le pongan la jeta que a mí me apetezca, le hago un lavado de cerebro, una lobotomía, le inserto por un chip lo que a mí me parezca bien, le hurto la voluntad, le cambio el nombre, le borro todo lo que tenga que ver con su familia, sus orígenes, absolutamente todo, y a ver si así me queda el novio perfecto. Y ojito, que no llegue nadie y me diga que si es bajito, con una cara rara, que de rubio no lo ve, que parece flojo de entendederas y que no parece de ningún sitio, y entonces decido que ya no me gusta.

Pues, no sé. Le gustaron al señor Haces... Tengo que hacer esfuerzos para pronunciar bien Haces y no cambiar letras. Digo que si le gustaron al señor Haces sus experimentos en Las Vegas en los que debió gastarse un dinerito en Belcros. ¿Le salió bien el negocio? Aunque lo mismo en lo referente al negocio las cuentas le da igual, pero en comida y alcohol, bueno. Y ahora, por si no teníamos suficiente, salen en México con festejos que no tienen... ¿Cómo le llamo festejos? Igual no sería la palabra buena, pero que no tienen ni pies ni cabeza.

Diez minutos, solo trapaceo y como culminación quieren que los toros vuelvan al campo. Ya veo yo los campos del mundo con superpoblación de bovinos bien trapaceados. Pero claro, si esto les cuadra a los taurinos, sin primer y segundo tercio, ¿de qué tipo de toro o animal estaríamos hablando? ¿Cuatreño, cincueño, encastado o lo de ahora? Quizá un ovillo como este.