La cuestión es que mientras permanecíamos en respetuoso silencio, que si se rompía era recuperado con un solo y certero bofetón, absolutamente justificado por la visitada como una norma necesaria para enseñar disciplina y obediencia a los niños… porque “esta canalla de ahora no tiene, decía, los valores de antes”. Decía que la cuestión es que mientras permanecíamos en respetuoso silencio, las damas, una, la abuela, gorda, pequeña y pelo canoso y la otra tan seca, pero tan seca que parecía un esqueleto recubierto con una blanquísima tela de cebolla, también de escasa estatura, con labios pintarrajeados de rojo intenso y un pelo teñido con el más oscuro de los negros que la humanidad haya podido conocer y amén de ello, apoyada su miope vista en unas gafas de montura gruesa y también negra de vidrios tan gruesos que si lo digo quedaría como un vil embustero.
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