Tengo miedo de no ser suficiente

Hola, bienvenido a un nuevo capítulo de cómo resolver tus problemas de pareja.

Si quieres comenzar una relación, mejorar las cosas con tu pareja actual o si lo que quieres es pasar página, aquí vas a encontrar los mejores consejos.

Estás escuchando en emocioteca.com a Mercedes Cobo.

Si alguna vez has pensado, quizá nunca seré suficiente para que alguien me elija de verdad, quiero que sepas algo importante. Este pensamiento no surge porque haya algo malo en ti, surge porque en algún momento aprendiste a creer que tu valor dependía de que otros te quisieran. Es un aprendizaje muy doloroso que, sin darnos cuenta, arrastramos a nuestras relaciones adultas y nos convierte en personas que aman desde la carencia, que aceptan menos de lo que merecen por miedo a quedarse solos, a quedarse solas.

Solo nos queremos cuando sentimos que alguien nos elige, entonces empezamos a sentirnos bien, satisfechos, solo nos sentimos completos cuando una pareja nos ama. ¿Te suena esto? Pero ahora quiero que te detengas un momento y veas como dice Walter Riso, amar no significa perder tu autoestima ni tu dignidad. Si para que alguien te elija tienes que anularte, algo no va bien, algo no está funcionando. Hoy quiero ayudarte a entender de dónde viene esta herida y, sobre todo, cómo puedes salir de ella, porque no estás destinado ni destinada a vivir toda tu vida mendigando amor.

Ya sabemos que muchos de nosotros, cuando éramos niños, necesitábamos aprobación para sobrevivir emocionalmente. Si creciste con padres que eran muy críticos, o distantes, o exigentes, ¿aprendiste que tenías que esforzarte para ser amado? Quizá te decían puedes hacerlo mejor. Quizás sentías que solo te miraban con orgullo cuando destacabas, o quizás te castigaban con el silencio cuando, bueno, pues no cumplías sus expectativas.

Sin darte cuenta, en todos estos casos, grabaste un mensaje en tu mente. Tengo que convertirme en alguien perfecto para que me quieran. Tengo que ser mejor. Esta experiencia es la semilla de la dependencia emocional, que consiste en creer que tu valor depende de lo que otro vea en ti. ¿Y cómo afecta hoy esto a tus relaciones? Es la gran pregunta. Cuando arrastras esto, tus relaciones suelen tener un patrón muy, muy parecido.

Observa. ¿Te conformas con menos de lo que necesitas para no parecer una persona difícil o complicada? ¿Te esfuerzas demasiado, complaces, callas, cedes? ¿Te enganchas a personas que no se comprometen? ¿Por qué crees que, a base de insistir, pues algún día te elegirán y querrán estar contigo? Si les das lo que quieren, ya puede ser atención, sexo, cuidado… Pensarás que entonces te querrán.

Pero este tipo de amor es un amor que duele porque no parte de la libertad ni de la autoestima, sino de un temor oculto a no ser suficiente, a no merecerte cariño, sin más. Cuando el amor se convierte en una ansiedad constante y un miedo a perder permanente, ya no es un amor sano, es dependencia. Amar no significa aguantar lo inaceptable ni vivir con un miedo constante.

Cuanto más te esfuerzas por agradar, menos auténtico te vuelves y más te desconectas de ti mismo. El cambio empieza por recuperar tu valor propio, tu sentimiento de valía, el cariño que te tienes, por mejorar la opinión que tienes de ti. Salir de la dependencia no se trata de volverse una persona fría ni de aprender a no necesitar a nadie, cuidado, esas son falsas autonomías. Se trata de reconocer que ya eres valioso sin tener