La Tercera Hora 08x33

Damas y caballeros, amigos y amigas, esto es la tercera hora de Días Extraños. ¡Bienvenidos! En todo hay clases, en todo hay categorías. Y en el mundo de las adicciones, pues también hay adicciones mal vistas, adicciones que se consideran, y lo son, problemas de salud mental, y luego hay adicciones respetables, porque vivimos en una sociedad que aplaude comportamientos adictivos que disfrazan como virtudes. El adicto al trabajo no es un modelo a seguir, el adicto al trabajo es un adicto. El ejecutivo que lo sacrifica todo por el éxito no es un héroe, es alguien tan esclavo de la dopamina como el que no puede soltar la botella.

Y ¿sabéis qué? Yo mismo he caído en esta trampa más veces de las que me gustaría admitir. La próxima notificación, el siguiente éxito profesional, el constante, un capítulo más, de cualquier serie, todos buscamos ese chute de dopamina, ese pequeño subidón que nos aleja solo momentáneamente del vacío. Probablemente esto de días extraños nos va también a vosotros y a mí, porque en el fondo más que un trabajo es una adicción, es una adicción que me reporta múltiples satisfacciones, múltiples subidones de dopamina.

Porque el problema no es la sustancia o la actividad en sí, sino nuestra relación con ella. El trabajo duro no es malo, pero cuando empiezas a perderte los cumpleaños de tus hijos por estar ocupadísimo, quizá no estés simplemente comprometido con tu carrera profesional. Quizá, solo quizá, estés enganchado o enganchada a la validación que te da. Y lo más perturbador es que nuestras tecnologías, nuestras redes sociales, nuestros dispositivos, todo está diseñado específicamente para manipular esos mismos circuitos cerebrales.

Os lo he dicho muchas veces, no es casualidad que no podamos dejar de mirar el móvil. Está diseñado para que no podamos dejarlo. Así que deberíamos empezar a mirarnos muy seriamente si no tenemos relaciones insanas con cosas presuntamente sanas. ¡Comenzamos! Sí, bueno, porque yo tengo ahora una voz y cuando salgo fuera del cuerpo tengo otra. Y dentro de mí entran seis voces diferentes. Usted en estos momentos es Carlos Jesús. Sí. La voz de Carlos Jesús es diferente a la de Miquel.

La voz de Carlos Jesús es esta que usted está escuchando ahora. Entonces, Carlos Jesús y Miquel son dos cosas diferentes. Claro. ¿En qué momento acaba Carlos Jesús y empieza Miquel por decirlo de alguna forma? ¿En qué momento? En el momento que usted lo ha nombrado, porque ya ha cambiado la voz. ¿Y en qué momento puede volver a cambiar? ¿Cuando usted lo desee o cuando desee Carlos Jesús? Cuando tú lo nombre. ¿En el momento que yo lo nombre? ¿Tú has dicho Carlos Jesús? Justamente.

Ya soy yo Carlos Jesús. Esto se llama porcruzamiento. Bueno, es que nosotros los que hemos estado arriba en nave, en platillo volante, arriba, cuando subimos, nos preparan nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro cerebro, nuestro corazón. Entonces, yo dentro de mi cerebro tengo un microchiste. Dentro de mi pecho y dentro de mis piernas.

Y arrancamos con una noticia triste. Raticulín, y lo digo con todo el cariño, Raticulín está de luto.

Carlos Jesús ha sido...