La Tercera Hora 09x07

Damas y caballeros, amigos y amigas, esto es la tercera hora de Días Extraños. Bienvenidos.

Vivimos en la era de la sobreabundancia. Tenemos más opciones que nunca, más información, más caminos, más vidas posibles a golpe de scroll o de click. Sin embargo, paradójicamente nunca hemos estado tan perdidos. Porque resulta que cuando todo es posible, claro, elegir se convierte en una tortura. Y cuando elegir duele, lo que hacemos es, exacto, no elegir, posponer, delegar, dejarnos llevar.

Y ahí está la trampa. Porque no decidir también es una decisión, solo que no es tuya. Muchos de vosotros habéis escuchado la chufa esa de fluir con la vida, ¿verdad? Que suena bonito, suena zen, pero cuidado. Fluir, fluir, fluir sin brújula no es libertad, es estar a la deriva. Y oye, fluyendo, fluyendo, puedes terminar en un trabajo que odias, que estás ahí porque da prestigio.

Fluyendo, fluyendo puedes acabar viviendo el sueño de tus padres en lugar del tuyo. Fluyendo, fluyendo puedes acabar en un destino, en un lugar, en una vida, en una circunstancia que nunca elegiste y lo peor de todo, que ni siquiera te gusta. Y lo peor no es que esto termine en drama, que muchas veces termina en drama, sino cuando termina, y es lo más normal, en apatía. Eso es lo peor.

En días que pasan sin dejar huella, en esa sensación de que sí, todo está bien, pero en realidad nada importa. Así que claro, esto de fluir está muy bien, pero tiene sus peligros porque acabas viviendo no tu camino, sino el de otro. Y hay una máxima que sirve para todo en la vida y que jamás deberías quitarte de la cabeza. Y es que para llegar a algún sitio, lo primero que tienes que saber es a qué sitio quieres llegar. Comenzamos.

Cuando pensamos en China y en sus proezas arquitectónicas, todos visualizamos la misma imagen. La gran muralla. Esa serpiente de piedra de más de 21.000 kilómetros que atraviesa montañas, que atraviesa valles. La única construcción humana visible desde el espacio. O eso dicen, que no estoy yo muy seguro. Pues bien, resulta que los chinos han construido otra muralla.

Pero esta no la vais a ver ni desde el espacio, ni desde un avión, ni siquiera si os plantáis justo encima de ella. Porque esta muralla está enterrada a cientos de metros bajo tierra y se extiende por más de 5.000 kilómetros. Para ponerlo en perspectiva, de Madrid a Moscú hay unos 3.500 más o menos. ¿Y qué hay ahí abajo? Pues según algunos expertos, ahí abajo podrían haber hasta 3.000 cabezas nucleares. Nos situamos, es el 11 de diciembre de 2009.