

Description of Una fecha para dar gracias por la vida
Este segundo domingo de Mayo celebramos el día de las Madres. Un festejo popular, arraigado en una bella tradición que incluye flores, besos, abrazos, visitas a los cementerios, comidas en familia, recuerdos agradecidos y deseos de felicidad. Una fiesta, de reconocimiento, de perdón, de sensibles detalles, de homenajes, de sentimientos encontrados entre risas y lágrimas, alegrías y tristezas. Una fecha para dar gracias por esa persona que nos dio la vida.
Las madres encarnan el constante desvelo, la lucha por el bienestar, las preocupaciones propias del embarazo, los dolores del parto, las horas sin dormir ante la enfermedad, el llanto, el alimento. Ellas son el beso al salir de casa, el abrazo consolador, la bendición que ampara de monstruos imaginarios en la infancia y resguarda de obstáculos reales y cotidianos en la adultez.
No son perfectas. Se equivocan. Dudan. Sienten culpa; pero permanecen, sosteniendo el mundo de otros sin saber cómo aguantar el suyo, aprendiendo sobre la marcha y enseñando que algunos problemas no tienen respuestas fáciles y que siempre hay una salida. Defendiendo a sus cachorros, cual leonas, y peleando por cada uno como fieras, con uñas y dientes.
Por eso merecen hoy que valoremos el abrazo que calmó el miedo, la palabra que evitó una caída, el consejo que impidió la herida, el silencio cómplice, la mirada comprensiva y compasiva, el ánimo y la esperanza que empuja al futuro. Ellas que parecen adivinar o leer la mente, y sin preguntar, ya sabe lo que nos pasa, son refugio, norte, puerto seguro donde volvemos a pesar de crecer y a pesar de los pesares.
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Este segundo domingo de mayo celebramos el Día de las Madres, un festejo popular arraigado en una bella tradición que incluye flores, besos, abrazos, visitas a los cementerios, comidas en familia, recuerdos agradecidos y deseos de felicidad. Una fiesta de reconocimiento, de perdón, de sensibles detalles, de homenajes, de sentimientos encontrados entre risas y lágrimas, alegrías y tristezas. Una fecha para dar gracias por esa persona que nos dio la vida. ¿Y qué sería de nosotros sin los desvelos constantes de una madre, sin sus luchas por nuestro bienestar, sin esas preocupaciones propias del embarazo, los dolores del parto, las horas sin dormir, pendientes de que respiráramos bien, de que la fiebre bajara, de que el llanto no fuera de hambre ni de dolor, sin su bendición al salir de casa, sin ese beso de buenas noches que nos protegía de monstruos imaginarios cuando éramos pequeños y que con el paso de los años nos resguardaba de obstáculos reales y cotidianos.
A veces pensamos a las madres como seres perfectos, sin embargo se equivocan, dudan, se sienten culpables, pero ahí están, sosteniendo el mundo de otros sin saber cómo aguantar el suyo, aprendiendo sobre la marcha y enseñando que algunos problemas no tienen respuestas fáciles, pero siempre hay una salida, defendiendo a sus cachorros cual leonas y peleando por ellos como fieras con uñas y dientes. Las madres merecen que valoremos lo invisible, el abrazo que calmó el miedo, la palabra que evitó una caída, el consejo que impidió la herida, el silencio cómplice, la mirada que entendió lo que no se dijo. A fin de cuentas son progenitoras y no sólo dan vida, ofrecen su vida por los suyos, son refugio, norte, puerto seguro donde volvemos a pesar de crecer. Hoy en tarjetas o mensajes especialmente dedicados a mamá, tías, madrinas, suegras, madrastras, tutoras o abuelas, de una forma u otra se tendrá en cuenta lo que José Martí señalara con respecto a las reinas del hogar, cuando destacó que debieran llamarse maravilla. Y sí, en épocas pasadas, aunque no era la generalidad, con frecuencia se conocían progenitoras de 9, 12 y hasta más de 20 descendientes.
Ahora resulta alarmante tan sólo mencionar cifras, pues la llamada modernidad impone límites en la misión de procrear y son comunes las familias de 1, 2 o 3 hijos solamente y ya esta última cifra parece exagerada. Sea por partos múltiples, por una inadecuada planificación o temor a envejecer solas, se abren a la vida con optimismo y valentía, tienen ese instinto natural que pone a prueba y encuentran modos para multiplicar el cariño, sea entre dos o más de sus hijos, tengan defectos o virtudes, lleguen a ser personas de bien o tuerzan el camino, triunfadores o fracasados, las quieran o no. Las madres reciben críticas y admiración, todas en el fondo orgullosas, aceptan a cada vástago como un regalo, incluso a los que en un primer momento no fueron tan deseados. Esa cualidad de amar sin medida es inherente a la mayoría de las mujeres que traen un nuevo ser a este mundo, eso ni se enseña ni se aprende, simplemente hacen lo mejor que pueden y aunque todos los días del calendario tienen un motivo para el homenaje, este deviene ocasión especial para resaltar la maternidad, para demostrar cuánto queremos a esa persona que parece adivinar o leernos la mente y sin preguntarnos ya sabe lo que pasa.
Es momento para agradecer y apapachar a mami, a mima, a la vieja, para recordar a quienes ya no están físicamente y agradecerles por el tiempo compartido, por las enseñanzas, por el compromiso de honrar su memoria siendo personas de bien. Quienes están lejanos geográficamente, considera que si la atiende, si la complace y se convierte en proveedor de todo cuanto le haga falta, pues siéntase feliz, muchos corazones laten cerca a pesar de la distancia, la sensación de que la vida no nos alcanzará nunca para retribuirle tantos cuidados, entrega y sacrificios resulta inevitable. Sea también esta fecha un pretexto para perdonar las faltas. A los personajes principales de este efeméride que tienen una especie de curaza para resistir cualquier embate, ternura, creatividad, paciencia y un corazón que sabe multiplicarse.
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